En medio de numerosos desacuerdos, centros educativos de 15 estados comienzan clases presenciales; en las públicas que abran sus puertas, los alumnos deben recibir los nuevos libros de texto gratuito, cuyos contenidos reciben críticas, pues los responsables de elaborarlos los modificaron al vapor. Seguramente en ellos no se expresa debidamente uno de los problemas de más actualidad: el de cuidar y mejorar la naturaleza. Es un tema que surgió en 1972 durante la Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano celebrada en Estocolmo bajo el patrocinio de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Allí la educación ambiental comenzó a figurar en la agenda internacional y en la de cada país.
Hoy el tema reviste mayor importancia por el calentamiento global y se actualiza y adapta ante los cambiantes escenarios ambientales, sociales y económicos registrados en el planeta. Todo ello es fruto de diversas reuniones internacionales, como la de Belgrado, en 1975; la de Tiflis (1977), la de Moscú (10 años después); en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992; la de Tesalónica (1997); la Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible, en Johannesburgo (2002). Y en otras, realizadas este siglo en diversas partes del mundo.
En noviembre de 2017, la Asamblea General de la ONU adoptó por consenso una “Educación para el Desarrollo Sostenible”, como parte indispensable de la Agenda 2030. Con ésta se busca revertir la situación crítica que vive el planeta por el uso irracional de los recursos naturales y la injusticia social y económica.
En todas esas reuniones se reconoce que las condiciones ambientales son alteradas gravemente. Y ello se debe al actual modelo de crecimiento económico que va en contra de la naturaleza y afecta a la población. Por eso, la necesidad de establecer uno que incluya las dimensiones ambiental, social y cultural. En esa tarea destaca la educación formal e informal, la cual debe ser parte importante en los currículos escolares en cada país, a fin de que se convierta en pilar para el desarrollo sostenible.
Son minoría las naciones que disponen de un marco estratégico para lograr dicho propósito, con una educación ambiental de calidad que vaya de las guarderías a las universidades; que transmita los conocimientos, actitudes, perspectivas y valores relacionados con la sostenibilidad. Y tenga como aliada a medios de comunicación masiva responsables y comprometidos con la formación de una ciudadanía cada vez más activa, un pendiente en la mayoría de los países.
En las numerosas reuniones que sobre el tema se han efectuado con el patrocinio de la ONU y de otras organizaciones internacionales, se reconoce que la educación tiene el poder de cambiar el comportamiento de las sociedades. Y máxime al comprobar los efectos negativos que ocasiona en muchas partes del mundo el calentamiento global, fruto de las actividades humanas.
Poco se habla en los medios de comunicación masiva de México de la importancia de la educación ambiental. En cambio, desde muy temprana edad millones de habitantes reciben a todas horas mensajes que van en contra del uso racional de los recursos naturales; en especial el agua, los bosques y selvas, la biodiversidad como un todo. Así, la enseñanza que reciben los alumnos en las escuelas públicas y privadas la borran los anuncios publicitarios de muchas empresas.
Aunque a nivel oficial existen pronunciamientos y programas sobre la importancia del tema ambiental en la educación, no permea hasta la sociedad. Además, apenas unos cuantos estudiosos y líderes ambientales responsables de programas en defensa de los recursos naturales y de la fauna, se ocupan del tema. Y aunque en los libros de texto se incluye material sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, se necesita que esté en concordancia con las características geográficas de cada región del país. No es igual la del árido norte, que la del centro semidesértico; o el sureste lluvioso; en los bosques y selvas o en los centros urbanos, donde reina el asfalto.
Es un pendiente hacer realidad en el sector público y privado de la educación un modelo de enseñanza en pro de la conservación y el enriquecimiento del medio ambiente. Igual entre la ciudadanía, frecuentemente origen de muchos de los problemas que México tiene y que se agravan con el paso de los días.