Cuando el presidente del Sahara Occidental, Brahim Gali, cayó contagiado de Covid con síntomas graves, el gobierno de España reaccionó conforme a los preceptos humanitarios del derecho internacional y agilizó la acogida del mandatario en el momento en el que se tomó la decisión de llevarlo de Argelia a ese país. En el traslado y en el proceso de internación en el hospital de Logroño “se actuó con la mayor urgencia posible dada la delicada situación en la que se encontraba”, relata a La Jornada el diplomático Ahmed Mulay Ali Hamadi, en entrevista vía remota.
Para el responsable de América Latina en el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Árabe Saharaui Democrática el compromiso de Madrid con los principios humanitarios mereció de parte del reino de Marruecos “un chantaje”. Sus autoridades propiciaron la invasión de más de 10 mil marroquíes y ciudadanos de África Subsahariana a la ciudad autónoma española Ceuta.
Tras estos hechos, asegura, “la imagen de Rabat ha salido seriamente dañada a escala internacional”, ya que desde Europa hubo un rotundo rechazo a la actuación de Marruecos y su gestión de la crisis. La región cerró filas a favor de España”.
Además, la prensa dio cuenta de la brutalidad con la que las autoridades tratan a sus nacionales, principalmente a los niños “utilizándolos como moneda de cambio en su litigio por consolidar la ocupación del Sahara, que incluye planes de expansión hacia la mitad de Argelia, Mauritania, Ceuta y Melilla y las Islas Canarias, que reclama como propias”.
Concluye: “Esto genera inestabilidad en la zona”.
–¿Qué fue lo determinante en la decisión española de recibir al presidente Gali con el fin de que recibiera atención médica?
–España actúa según los preceptos del derecho internacional en materia humanitaria. El recibimiento del presidente entra en el marco de priorizar la vida de las personas por encima de cualquier otra consideración.
–Ya de regreso en Argelia, ¿qué nos dice del estado de salud del mandatario?
–Brahim Gali tiene una fortaleza mental impresionante. Es obvio que una vez pasada la fase crítica de su enfermedad tenga que someterse a sesiones de rehabilitación y recuperación, que es precisamente en lo que está inmerso ahora mismo, en Argel. Esperamos que este tiempo sea breve para que el presidente pueda retomar sus responsabilidades al frente de la lucha que lleva a cabo su pueblo.
El mandatario ingresó a España con el pasaporte que utiliza siempre, emitido por Argelia, pero su internamiento al hospital sí se hizo bajo un seudónimo, por razones de seguridad. Cuando trascendió la versión de la hospitalización, que por días se trató de mantener en reserva, Marruecos cumplió una amenaza que había proferido tiempo antes: abrir las fronteras y azuzar una migración masiva.
“Lo sucedido en Ceuta no es nuevo ni tampoco es un caso aislado. Marruecos siempre ha usado a sus propios ciudadanos como medida de presión para conseguir réditos políticos.
“La famosa Marcha Verde contra el gobierno español y el pueblo saharaui en 1975 es un claro ejemplo. Es verdaderamente triste que se tenga que llegar al extremo de usar a seres humanos para fines e intereses políticos como lo está haciendo la monarquía alauí y sus acólitos. Del mismo modo que es penoso, ver a niños, jóvenes y ancianos ahogándose en el mar, huyendo de su país a causa de la miseria y pobreza y, lo peor, utilizados para chantajear a los vecinos. Pero a la élite política le es indiferente esto; sólo busca obtener más dinero de Europa con el pretexto de frenar la migración ilegal. Recientemente, España entregó 30 millones de euros, pero Rabat recurre siempre al chantaje para conseguir más. Lo que pretende es que los países europeos se posicionen a favor de sus tesis sobre la cuestión saharaui y avale sus pretensiones expansionistas.”
Gali se involucró en la lucha por la autonomía de su país desde los años 60. Formó parte del primer movimiento por la independencia y fue uno de los fundadores del Frente Polisario de 1973. Fue su primer secretario general.
Actualmente es secretario general del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática. Fue el primer ministro de Defensa durante las guerras contra Marruecos y Mauritania. Ha sido embajador ante España y Argelia.