El presidente López Obrador ha denunciado, y en la mañanera de ayer lo reiteró, que la estrategia de los ”neoliberales corruptos” fue convertir las refinerías mexicanas en chatarra “para que todo el negocio de la compra de gasolina dependiera de las importaciones y se beneficiara a particulares, y por eso aumentaba constantemente el precio de las gasolinas; querían que se pudrieran, se les dejó en el abandono, no se invirtió, cada vez producían menos, perdieron capacidad de refinación. Era un plan deliberado, perverso, porque esas refinerías se construyeron a lo largo de la historia en nuestro país para que nosotros, los mexicanos, contáramos con los combustibles y no importarlos”.
De ahí la decisión de su gobierno de “levantarlas”, porque “cuando llegamos se estaban importando gasolinas y diésel en 70 por ciento de lo que consumimos. Eso se ha venido reduciendo y lo que queremos es ya no importar nada, que se produzca toda la gasolina en México, y por eso se están fortaleciendo las refinerías”.
¿Exagera? Lejos está, porque la estadística del Sistema de Información Energética (SIE), con base en las cifras de Petróleos Mexicanos (Pemex) lo confirma a plenitud y permite fijar en el tiempo cuándo y quién decidió el “plan deliberado, perverso” (AMLO dixit) en materia de importación de petrolíferos, especialmente gasolinas y diésel, que llevó a nuestro país a convertirse en un importador neto de combustibles, a pesar de su riqueza petrolera, con la consecuente pérdida de soberanía.
¿Cuánto le costó al país esa “brillante” idea neoliberal? Más de 323 mil millones de dólares desde que, en 1990, a Carlos Salinas de Gortari y su pandilla de tecnócratas se le ocurrió armar otro jugoso negocio privado: iniciar la creciente importación masiva de combustibles (gasolina, diésel, turbosina, combustóleo, naftas, gas licuado y otros), a la vez que decretaba la paulatina decadencia de las refinerías mexicanas, como parte de su plan privatizador.
Hasta 1990 México fue autosuficiente en petrolíferos, pero a partir de ese año (con Salinas en Los Pinos) y hasta el cierre de 2018 (con Peña Nieto en el mismo sitio), el volumen de importación pasó de cero a 985 mil barriles diarios, lo que en el periodo significó una erogación acumulada de más de 323 mil millones de dólares. Y los neoliberales aseguraban que refinar en el país “no es negocio” y sí, decían, “un desperdicio de recursos públicos”. Sin duda, para México esa política no fue negocio, pero sí, y muy suculento, para quienes vendían esos productos a nuestro país.
Solo por importación de gasolinas y diésel, en ese periodo (28 años) México gastó alrededor de 262 mil millones de dólares, de los que 96 por ciento (252 mil millones) se erogaron en los sexenios de Fox, Calderón y Peña Nieto, mientras las refinerías mexicanas caían en picada.
Cuando Salinas puso en marcha su plan “perverso” (AMLO dixit), en el sexenio de la “solidaridad” México importó gasolinas por un total de 3 mil 600 millones (aparte el gasto por otros petrolíferos); ya con Zedillo en Los Pinos creció a 6 mil 100 millones de billetes verdes, y en esos años nuestro país por primer vez importó diésel, que solo en el sexenio del “bienestar para la familia” aumentó la friolera de 3 mil 800 por ciento.
Ese fue el laboratorio privatizador, porque el boom de la importación de petrolíferos se dio a partir del sexenio de Fox, periodo en el que, solo por gasolinas y diésel, México erogó más de 19 mil millones de dólares, 166 por ciento más que en el gobierno de Zedillo, quien, a su vez, prácticamente duplicó el gasto de la administración salinista por el mismo concepto.
Pero siguió en jauja, en medio de la privatización del sector energético de la nación, con Borolas en Los Pinos la importación de gasolina y diésel sumó 109 mil millones de dólares (500 por ciento más que Fox) y con Peña Nieto 124 mil millones. Y como parte de todo esto, destrozaron las refinerías nacionales.
En el gobierno de López Obrador la importación de gasolinas y diésel se ha reducido de 840 mil barriles por día (diciembre de 2018) a 124 mil (marzo de 2021) y el gasto de 23 mil 400 millones a 3 mil 200 millones de dólares, y descontando.
Como bien dice el mandatario: “somos el país petrolero que más gasolina compra en el extranjero. Es una paradoja, es como si vendiéramos naranja y compráramos jugo de naranja, así de absurdo”.
Las rebanadas del pastel
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