En 1993, cuando Petróleos Mexicanos (Pemex) adquirió la mitad de la propiedad de la refinería Deer Park, en Texas, “fue un buen negocio y ahora es incluso mejor”, consideró José Felipe Ocampo, integrante del comité de inversiones que decidió sobre la participación en el proyecto hace casi tres décadas.
Ocampo Torrea estuvo a cargo del proyecto para la construcción de una nueva refinería en México a principios de la década de los años 90, pero al final, “por falta de recursos”, se canceló y se optó –hace 23 años– por la compra de una participación en Deer Park, y ahora esta operación le cae a Petróleos Mexicanos (Pemex) como “anillo al dedo”.
Explicó, que ante un contexto en el que Pemex ha tenido dificultades para rehabilitar el Sistema Nacional de Refinación, la compra le cae como anillo al dedo, porque al fin y al cabo es una refinería más con la que cuenta el país.
Quien fuera subdirector de tecnologías de refinación y petroquímica en el Instituto Mexicano del Petróleo (IPM); representante de Pemex en Francia y para proyectos industriales en Houston, Texas, destacó que esta decisión se da cuando se continúa con la construcción de otra refinería en Dos Bocas, Tabasco.
José Felipe Ocampo resaltó que el pasado 19 de mayo, antes de que se diera a conocer que se compraba la totalidad de la refinería de Deer Park hubo un anuncio muy relevante que paso inadvertido y que es que a partir de ahora PMI Comercio Internacional tendrá que rendir cuentas con transparencia y supervisión.
PMI Comercio Internacional es el brazo comercializador, exportador e importador de crudo y sus derivados a escala global y realizaba operaciones en el extranjero, pero no rendía cuentas ni estaba sujeta a la legislación mexicana por tener su sede en países con baja tributación o también considerados paraísos fiscales.
Ocampo Torrea, quien laboró en Pemex por más de 40 años, señaló que Deer Park era administrada por PMI, “entidad opaca y rara, por llamarle de algún modo, porque se maneja sola, con muchas libertades. En cierto aspecto podríamos decir que hacía lo que se le daba la gana. Se acabó eso y ahora Deer Park tiene que reportar a Pemex y desaparecen esas autonomías”, subrayó.
El también autor del libro Pemex: mitos, realidades, testimonios y propuestas, editado por Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recordó que durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se le encargó un proyecto para la construcción de una nueva refinería que se ubicaría contigua a la de Salinas Cruz.
Sin embargo, cuando ya estaba todo listo con los estudios de rentabilidad, los equipos necesarios identificados y las adquisiciones, vino la orden de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) de cancelar el proyecto porque “no había dinero” y acto seguido compraron Deer Park.
“Me opuse porque el dinero que estaba destinado a la construcción de una refinería en México se utilizó para Deer Park, pero es una buena inversión”, asegura el ingeniero químico por la UNAM.
“El pacto original era que México estaba comprometido a invertir en partes iguales y la asociación tenía la obligación de comprarle el petróleo a Pemex a precio internacional y vender los productos a quien fuera también a precio internacional”.