Ciudad de México. La autonomía del Banco de México (BdeM) constituye un patrimonio para la estabilidad económica de México, por lo que debe prevalecer, indicó el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF).
En un comunicado, el banco central señaló que el manejo monetario debe estar blindado de los vaivenes de los tiempos electorales e intereses políticos.
Por tal motivo, cualquier iniciativa que afecte a la operación del BdeM, ya sea interviniendo en sus procedimientos o reduciendo la objetividad y fundamentación técnica de las decisiones de su liderazgo, conlleva el riesgo de perder dicha credibilidad y la efectividad de sus resultados.
Lo cual, dijo, tendría un impacto negativo profundo sobre el entorno para promover la inversión y sobre la estabilidad macroeconómica de México, lo que terminaría afectando negativamente el bienestar de los mexicanos, por lo que su impacto sería contraproducente.
“No puede haber política pública de impacto social positivo y duradero en un entorno de inflación elevada e inestabilidad económica”, señaló el IMEF.
Añadió que la preservación de la estabilidad de precios y la confianza institucional que genera su autonomía y la objetividad de sus decisiones para el entorno económico general, son las mejores contribuciones que el Banco de México ha hecho y puede hacer para el desarrollo de una economía incluyente y más justa.
Remanente del banco central
Recientemente, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha mostrado su inconformidad de que en 2020 el BdeM no generó un remanente de operación para ser transferido al gobierno y manifestó que ello constituyó una decisión discrecional.
Al respecto, el IMEF enfatizó en que el resultado se dio con un estricto apego a la Ley del Banco de México, y la junta de gobierno del banco central no tiene ningún margen para tomar una decisión discrecional al respecto.
Destacó que permitir la vinculación de los requerimientos de financiamiento del sector público a la operación técnica del BdeM para forzar la generación de remanentes de operación, sería un retroceso, que terminaría en los hechos con la autonomía del banco central y enviaría una clara señal a los mercados y a los inversionistas nacionales e internacionales de que la operación está sujeta a determinaciones políticas.
“Ello tendría un impacto negativo sobre las expectativas de inversión y sobre la estabilidad macroeconómicas del país. Dicho impacto va más allá de consideraciones técnicas, ya que afectaría las posibilidades de generar un crecimiento económico más inclusivo y de promover condiciones para un mayor bienestar de los mexicanos”, puntualizó el IMEF.