Cuando está en la planta baja de su casa, en Nueva York, tiene 72 años, pero al subir al primer piso es un niño de ocho, el cual, en el cuarto tiene juguetes, pasquines y algunos cómics de Chanoc, historieta mexicana de los años 60 del siglo pasado.
Ese infante curioso es referente en la música latinomericana. Fue parte del histórico sello discográfico de salsa Fania All Stars. Es actor, político, maestro en ciencias políticas y derecho, activista, gurú de la opinología y, desde ayer, Persona del Año 2021 de la Academia Latina de la Grabación, que entrega los premios Grammy Latinos (él tiene ocho de éstos y nueve de la academia estadunidense).
Hablamos de un panameño “cantador de historias, un cronista que se la pasa cantando”, como lo calificó el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
Un humano no envejece cuando continuamente habla con su niño interno, coincide con La Jornada Rubén Blades.
“No friega ser viejo”, asegura durante una charla vía Zoom. “Lo que friega es ser indiferente. Lo peor que le puede pasar a una persona es serlo. Cuando pierdes la curiosidad y todo te da igual, en ese momento mueres”, cuenta en entrevista.
Al margen de su nombramiento de ayer, sigue promoviendo su Salswing, disco en el que conecta al jazz y la salsa, que si bien ha dado colaboraciones entre músicos de estos géneros –como Mario Bauza y Dizzy Gillespie, Machito y Charlie Parker, Luis Russell y Louis Armstrong–, “aún resta mucho por describir”.
El álbum lo hizo con la Orquesta de Roberto Delgado, “aporte de Panamá al mundo”.
Blades comparte a este diario una anécdota que describe cómo algunos músicos mexicanos de metales (trompeta, trombón o saxofón) de las orquestas municipales de Luisiana, en los años 30 del siglo XX, enseñaron a leer partituras a algunos afroestadunidenses.
“Si en el sur de Estados Unidos, en los años 30 (en la era del swing), en Luisiana, para poder tocar una trompeta se tenía que aprender a leer música, resulta que esas agrupaciones estaban formadas por mexicanos, que también eran discriminados. Éstos enseñaron a leer música a los negros. La conexión es de sinergia y solidaridad entre dos grupos segregados que terminan uniéndose para producir un género que no sólo define a Estados Unidos, sino también ha demostrado ser interesante para el resto del mundo. La aportación de los mexicanos en la creación del jazz no ha sido suficientemente apreciada ni registrada.”
La selección de las piezas de Salswing es la muestra, no sólo de una fusión orgánica, sino también de una renovación de Blades. Se pueden escuchar piezas como Paula C, escrita en los años 70 y dedicada a Paula Cambell –ex pareja de Blades–, que ahora fue presentada en esta placa bajo el arreglo de Roberto Delgado.
–¿En el disco hay catarsis?– se le pregunta.
–No escribo mucho sobre mí, pero en el caso de Paula C, el antecedente es un desamor. Cuando la escribí (1975) quise que ella la escuchara, porque fue una de las causas por las que ya no continué hablando de mí. Sentía dolor. Sin embargo, como la melodía es una de las más bonitas que he escrito, siempre me gusta cantarla. Se convirtió en éxito que la gente de hoy sigue solicitando, y me pareció que, dentro del formato de big band, sonaría de una manera más contundente que la versión original, que hice con Louie Ramírez. Así que por eso y su característica de swing, decidí incluirla en este trabajo. Es una pieza especial.
Objetividad de un periodista
La consideración de Gabriel García Márquez acerca de Blades tiene congruencia. “Yo veo todo como un periodista”, asienta el artista. “Mis canciones siempre fueron producto de mi alrededor. Escribía en torno a lo que veía pero, sobre todo, de lo que me indignaba. Y lo hacía para que la gente que pasaba por un problema supiera que no estaba sola”.
–¿Cómo se han ido transformando tus seguidores?
–La gente ahora está en el espacio para relacionarse mejor consigo misma. Hay quienes en esta pandemia han leído más que en toda su vida. Hoy entienden mejor la posibilidad de la reflexión para comprender lo que ocurre a su alrededor. En mi caso, como mis canciones no fueron orientadas por el éxito comercial, tuve cuidado de escribir con la objetividad que debe tener un periodista, con verdad y honestidad, lo que hace que hoy las personas se identifiquen y eso me ha renovado el público.
Más que politizado, la conciencia social es lo que lo mueve. Afirma que “en Latinoamérica hay un problema de liderazgo responsable”. Sin embargo, también es autocrítico: “Nosotros, como ciudadanos, no hemos hecho lo suficiente para enfrentar y resolver problemas. En Panamá, un político dijo que la democracia no podía existir sin partidos políticos, cuando la corrupción es la que no podría existir sin partidos. La democracia sólo necesita una actitud cívica y participación.”
–Con tantos problemas, ¿qué pasa en Latinoamérica?
–Sigo pensando positivamente. Es la única forma de no resignarse. Me parece que personas que tengan credibilidad deben considerar estar en la política. Cuando participé como candidato en 1994 me decían que no lo hiciera. Y cuando entré al gobierno, después, en los cinco años que estuve, nunca participé en la corrupción. El poder no corrompe, sólo desenmascara.
–¿Cómo se consigue la fuerza para seguir denunciando?
–Porque sé que hoy día sigue siendo posible. Hay que seguir repitiéndolo.
Se le recuerda la visita que hizo en 2019 a una escuela secundaria del barrio de Tepito en la Ciudad de México.
–¿Qué fue lo más bonito que te preguntaron en ese sitio?
–Una niñita me preguntó: ¿‘qué si sentía cuando cantaba?’ Le respondí que sí, porque era un acto espontáneo.
“No planeo cómo me voy a expresar. Los discursos preparados son para los políticos que dicen puras idioteces y mentiras. Así que no hay cambios para protegerme antes de cantar. Lo mejor es tratar de no decir mentiras. No tengo buena memoria y el mentiroso siempre tiene que acordarse de todo.”
Blades considera que el éxito no es de una sola persona. “Nadie es exitoso solo. Eso es mentira. Hay gente que me ha ayudado en lo profesional. He mantenido contacto con amigos históricos de hace unos 50 años. Mi mejor inversión son ellos, además, ayudan a mantener los pies en la tierra. También tiene qué ver cómo te críen. Mi abuela, mi mamá y mi papá me dieron buenos ejemplos”.
Comparte que una de sus primeras influencias fue el doo wop (género que crea sonidos de instrumentos con la boca), y que hizo un grupo que nunca apareció en público porque “le daba vergüenza. No éramos buenos. El rock fue mi primera influencia”.
El primer grupo que lo influyó fue Franky Lymon and Teenagers. “Cuando lo conocí, me dije: ‘me gustaría cantar’”.
Y también reconoce la importancia que para él tuvo el grupo mexicano Lobo y Melón.
Recuerda: “El nacimiento de los combos en mi país se lo debemos a ese grupo, que no tenía vientos y, entonces, esa parte la hacían con la boca. Tuvimos que copiarlos. Siento que Lobo y Melón lo tomó a su vez del doo wop. En México también lo hacían Alberto Vázquez, César Costa, Enrique Guzmán... el país tenía, además, a Andy Rusell, cantante y actor que interpretaba en inglés perfectamente, tanto que confundían su nacionalidad. Él fue un precedente para mí desde chiquillo, al igual que Jorge Negrete, Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Javier Solís, Pedro Vargas...”
A la actuación llegó por curiosidad. “Mi mamá era actriz de radio, pero no por eso pensé en ser actor. Todo fue porque supe que iban a montar una obra en Panamá, West Side Story (Amor sin barreras). Hice casting y me quedé. Luego realicé un papelito en otra cosa, pero sólo fui porque había muchachas bonitas”.
La primera película que hizo, relata, “fue porque al director de Fania All Stars, Jerry Masucci, se le antojó ser productor. Inventó una en la que Willie Colón era un mánager de box mafioso y yo su peleador. Era muy mala (The Last Fight). Lo mejor es que trabajé con el mexicano Salvador Sánchez, uno de los mejores boxeadores. La pelea final era contra él. Recuerdo que cuando filmamos le dije: ‘ten cuidado porque te puedo dar un mal golpe’. Él me respondió: ‘que curioso el panameño’... Me dolió mucho cuando murió”.
Para seguir presentando Salswing en vivo, Blades tiene que llevar a 20 músicos y 10 técnicos, pero por ahora, por los protoclos para viajar, se ha detenido. Está negociando fechas para regresar al escenario con una gira por ocho ciudades de Estados Unidos, en octubre o noviembre. Mientras, sigue actuando en la serie Fear of The Walking Dead.