¿Qué piensa un boxeador mientras pelea? ¿La mente del púgil está en pausa o fluye un monólogo interior incansable? Esteban Bermúdez, nuevo campeón mundial en peso minimosca de la AMB, recuerda lo que ocurría adentro de su cabeza el viernes pasado antes de noquear al monarca venezolano Carlos Cañizales en el sexto episodio.
“No dejaba de pensar”, recuerda Bermúdez; “me decía como si estuviera hablando conmigo mismo: ‘si no ganas esta, nunca tendrás otra oportunidad. No puedes perder’”.
Dice que pensaba en sus once hermanos y en la vida de carencias compartidas. También recordaba a sus padres y a su esposa. Todo eso le angustiaba; al mismo tiempo, le empujaba a sacar fuerzas de algún sitio desconocido.
“Me decía: acuérdate de todo lo que has sufrido, de tanta pobreza y trabajo duro”, porque para llegar a esta oportunidad Esteban alternaba su preparación de boxeador con el trabajo en la construcción. “Temprano a darle como albañil”, relata; “después, una pausa para correr e ir al gimnasio y de ahí otra vez a la obra hasta la noche”.
Un monólogo interior que no cesaba mientras resolvía el momento ante un peleador que marchaba invicto. Boxeador y narrador trataban de encontrar el momento definitivo.
“Uno planea la pelea, pero el verdadero combate sucede arriba del cuadrilátero”, explica; “yo creo que cuando uno está arriba se da cuenta que es otra cosa distinta a lo que uno espera”.
Esteban y su esquina veían con preocupación el curso del duelo. Pensaban que cuando mucho estaban empatados. Aunque Bermúdez confiaba que su combate en realidad empezaría en la segunda mitad de la batalla.
“Fue hasta que sentí que lo lastimé que me dije: o lo termino o se me va la oportunidad. Y así pude noquearlo. Creo que me escogieron porque pensaron que estaba fácil, de trámite, como dicen. Era mi oportunidad y sólo la aproveché.”