La Habana., Allá por la década de los 60, Tata percutía con sus manos de niño de 4 años cada pedazo de madera que tenía adelante y repetía a viva voz los aires populares afrocubanos que un viejo cantaba, sentado frente a la bodega de su barrio habanero de Párraga. Su madre Digna y una tía le regalaron al pequeño un tambor, y luego no había forma de callarlo.
“La rumba que me enseñaron fue rumba cruda, (tocada) con una gaveta del escaparate (y) un sentimiento tan profundo que las letras van expresando lo que se siente”, señaló a The Associated Press Pedro Tata Francisco Almeida Berriel, que hoy tiene 59 años y todavía sigue sin hacer silencio.
Ahora está ansioso con el lanzamiento de su disco Okuté, el primero del conjunto del mismo nombre, grabado en febrero de 2020 justo antes de que la pandemia paralizara al mundo artístico y que sale a la luz el viernes en Nueva York.
El álbum, en cuya portada aparece su propio rostro mulato, recopila canciones populares de las tradiciones cubanas culturales y religiosas de origen conga y abakúa en una fusión con el jazz, la salsa y el son montuno.
“Siempre he sido un fiel velador de que no se pierda la tradición de los rumberos”, mencionó Tata el lunes por la mañana en una entrevista con Ap para la cual se rencontró con algunos de sus compañeros del proyecto: el reconocido tresero Juan de la Cruz Antomarchi, mejor conocido como Coto; la vocalista Naivis Angarica, la única mujer de la agrupación y cuya voz suena poderosa y tersa, y el percusionista Ramoncito Tamayo.
La cita fue precisamente en la casa de Tata, al fondo de un pasillo en su natal Párraga, con sus vecinos curioseando, sus calles a medio asfaltar y sus viviendas de techos bajos bañadas por el intenso sol tropical.
Los ocho temas del disco fueron grabados en los Estudios Egrem de Cuba en febrero de 2020 y son en su mayoría recopilaciones de canciones populares del género, entre ellas Caridad y Chichiribako. También se incluyó Devuélveme la voz del propio Tata, un homenaje a un amigo fallecido llamado Manolo Escaparate.
Los arreglos corrieron a cargo de Tata, el pianista estadunidense Michael Eckroth y su compatriota, el músico y productor Jacob Plasse, bajo la firma del sello neoyorquino Chulo Récord.
“Conocí a Tata en los estudios Egrem en La Habana mientras grababa una canción para la Orquesta Akokán. Me quedé impresionado por el increíble cantante que era y su vasto conocimiento de las tradiciones folclóricas. Trajimos a los mejores rumberos de La Habana, que eran sus amigos, y así se formó Okuté”, explicó Plasse a la Ap.
La apuesta de sacar adelante un disco de rumba en tiempos de reggaetón no dejó de ser un gesto audaz. “Creo que es parte del trabajo del artista empujar al público más allá de lo que podría estar familiarizado o con lo que se sienta cómodo”, comentó Plasse.
“Realmente no creo que haya habido un grupo como Okuté en mucho tiempo. Arsenio Rodríguez y el Grupo Folklórico (y Experimental) Nuevayorquino son sus primos espirituales”, agregó Plasse entusiasmado. “Okuté es valiente y conmovedor, pero increíblemente sofisticado musicalmente”.
El disco estará disponible en todas las plataformas digitales, así como en formatos de cedé y vinilo, y se podrá adquirir en línea y en tiendas de música, explicaron los productores.
“Somos músicos de la calle, se les dice autodidactas, aprendimos mirando a los demás, como lo hacen las personas mayores”, dijo a la Ap el percusionista Tamayo, a sus 32 años el más joven de la agrupación, mientras golpeaba sus tambores y hacía saltar su coleta de grelos.
“Un maestro me enseñó que la música de la rumba es muy viva. Él decía que la madera (del tambor) sale del árbol y el árbol es vivo; el cuero es de un animal, es un ser vivo también... Las manos con las que tocamos son de personas vivas”, indicó Tamayo.
Lleno de la espiritualidad sincrética de Cuba, el álbum, dijeron casi al unísono los músicos entrevistados, será una medicina apropiada para todos, incluso los no cubanos, para curar la tristeza en los tiempos del Covid-19.