El domingo próximo es un día crucial para las mayorías de México. Será de ver cuánto han podido alejarse del inicuo discurso neoliberal de las élites hoy fuera de quicio. Hace 150 años la burguesía francesa echó el resto, apoyada por el ejército prusiano, para derribar la primera gran rebelión contra la pérfida explotación capitalista. La Comuna de París intentó superarla, lo buscó durante 72 días: quería un futuro distinto, una justicia necesaria para todos, mediante un movimiento de trabajadores y artesanos. Fue suficiente para desatar su ira: fueron aplastados sin miramientos causando alrededor de 30 mil muertos. El sacratísimo capital de las clases dominantes valía más que la vida de los trabajadores. La burguesía quiso dar un castigo ejemplar. A partir de mayo de 1871, aglomerados en grupos numerosos de trabajadores desarmados, fueron fusilados en los más inusitados sitios de París. La represión a los trabajadores se extendió por toda Europa. Los que querían asaltar el cielo, zafarse las cadenas de la opresión del capital, fueron masacrados con toda la saña imaginable.
Es así, con vileza descomunal, como los privilegiados del neoliberalismo capitalista defienden lo que no pueden merecer. Hoy, sin embargo, el pueblo trabajador no puede quitarse de encima el látigo esclavizador del trabajo enajenado del capitalismo neoliberal. En las condiciones del presente no hay un día cero en que la pesadilla capitalista termine e inicie una era luminosa. Por todo el mundo es preciso ir desmontando las peores prácticas de la clase dominante y de su ejército de custodios, celadores, carceleros, escribanos en el mundo de los medios y entre los intelectuales orgánicos a su servicio. Hoy las prácticas más nefastas se llaman neoliberalismo. La derecha que domina el mundo lo hace en las peores condiciones de la historia para las mayorías. En esa lucha contra el despojo neoliberal reside su aprendizaje histórico.
Desde hace 178 años, desde el 2 de septiembre de 1843, The Economist, una rancia publicación de derecha, ha vivido al servicio del capital. El 24 de noviembre de 2012, al inicio del sexenio más corrupto de la historia de México, el de Enrique Peña Nieto, The Economist publicó un artículo titulado “The rise of México” (“El ascenso de México”). Según esa publicación, la elección del presidente metrosexual y su ejército de funcionarios corrompidos hasta los huesos significaba el ascenso de México a los paraísos de los escogidos del destino (sobre las espaldas de las mayorías explotadas y excluidas). Escribía entonces que el Pentágono veía el riesgo de que México se convirtiera en un “Estado fallido”. “Como se explica en nuestro informe especial…, eso es totalmente erróneo. De hecho, la economía y la sociedad mexicanas van bastante bien. Incluso la violencia, concentrada en unas pocas zonas, parece que empieza a remitir”. El “informe especial” era propaganda peñista pura; y eso tuvo su precio. Hoy la revista británica se vale de cínicas fake news para execrar al primer presidente surgido del pueblo desde el régimen de Lázaro Cárdenas.
La ira de los de arriba contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, por allegar apenas un poco de justicia social a los de abajo, los tiene enloquecidos. Ni modo, no puede entregarse un poco de justicia a los de abajo sin echar fuera el neoliberalismo que ha dañado tan profundamente a los excluidos. Los de arriba no quieren perder ni un microgramo de unos privilegios arrancados a la miseria de los de abajo. La ira de los de arriba, el PAN, el PRI, el PRD, sirvientes de las élites económicas, todo el entramado institucional del pasado, todos a una, están en nuestros días en posición de cometer los peores agravios, llevar a cabo las peores maquinaciones y vociferar las peores injurias, para volver por sus fueros en la elección del próximo domingo.
Es imposible exagerar la importancia de que todos quienes crearon la ola popular de 2018, repitan ese ejercicio y lo lleven aún más lejos. Es su propia vida la que están poniendo en juego. El regreso de los de antes es llevar al país a un aberrante y negro lugar social ahora desconocido para todos. Si vuelven a tener el poder en sus manos, desatarán sobre el pueblo la peor represión imaginable, por todos los medios, en primer lugar sobre sus ingresos, para que no repitan nunca más otro 2018. Así se conducen las burguesías y su extensa pléyade de cortesanos en todo tiempo y en todo lugar. El capitalismo neoliberal de compadres sólo sabe vivir de la corrupción, eso ha empezado a ser desalojado por la 4T y es necesario consumarlo.
No será posible evitar las más atroces trampas y los peores engaños el próximo domingo, no hay quien los pare. El pueblo sólo volverá a vencer en la elección si desata un tsunami de votos mayor al de 2018, un alud de sufragios que arrase con todo tipo de argucias que pondrán en juego PRI, PAN, PRD, MC y sus acólitos. El México de los excluidos debe hundir para siempre, en el pantano de las pesadillas, a esas bandas de saqueadores.