Madrid. En plena crisis diplomática entre España y Marruecos, una de las más graves de las últimas décadas, ocurrió un hecho llamativo: las autoridades españolas decidieron impedir la entrada a un avión que procedía de Argelia y que se dirigía a un aeropuerto de la región de La Rioja (noreste) con el objetivo de trasladar de regreso al líder del Frente Polisario (FP), Brahim Ghali, quien se encuentra en un hospital público de la capital riojana de Logroño, donde fue atendido por una grave dolencia provocada por el Covid-19.
Esta episodio ocurrió además el mismo día en el que el juez de la Audiencia Nacional de España, Santiago Pedraz, le prestó declaración a Ghali por los presuntos delitos de genocidio y torturas, y en la que no dictó medidas cautelares.
La crisis diplomática y fronteriza entre España y Marruecos sube de tono. Y cualquier episodio, por pequeño que sea, puede precipitar una nueva escalada de enfrentamientos, que en esta caso puede derivar en otra entrada masiva de migrantes a las ciudades fronterizas españolas de Ceuta y Melilla, como la que ocurrió hace dos semanas, con más de diez mil entradas furtivas con la connivencia de las autoridades marroquíes. Por eso todas las miradas estaban puestas en la declaración de Ghali ante el juez de la Audiencia Nacional, que se hizo de forma telemática por la situación clínica del imputado y que transcurrió sin incidentes.
El magistrado le preguntó sobre los extremos de las acusaciones, entre ellas las de genocidio y torturas, y tras finalizar la comparecencia el juez decretó que “no hay riesgo de fuga”, por lo que sólo le solicitó un número de teléfono para estar localizable para futuras comparencias.
Todo esto después de que los propios líderes del FP declararon públicamente que su líder volvería lo antes posible a Argelia para terminar su recuperación clínica. Cabe recordar que Argelia y Marruecos se encuentran enfrentados desde hace décadas por la territorialidad del Sahara Occidental y que uno de los principales aliados de Ghali y del FP es precisamente el gobierno de Argel.
Mientras Ghali prestaba su declaración saltó la noticia de que un avión Gulfstream 200o que había despegado de la base militar de Boufarik, cerca de la capital argelina, iba con destino al aeropuerto de Agoncillo, en Logroño, pero que cuando sobrevoló territorio español, a la altura de la isla balear de Ibiza, las autoridades españoles le exigieron su retirada, que justificaron a que el aeropuerto de destino no tiene la infraestructura para recibir vuelos ejecutivos, por lo que se requiere de un permiso especial y unos trámites previos al aterrizaje que no se habían hecho.
Al conocerse tanto los detalles de la declaración como el llamativo incidente del avión procedente de Argelia, la vocera del Ejecutivo español y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, explicó que lo único que esperan de Ghali “es que colabore con la justicia” y que “entendemos que una vez que se haya recuperado de sus dolencias regrese a su país”.
Y aprovechó para volver a criticar la postura del gobierno marroquí en la crisis diplomática, al sostener que “nuestra vocación es de encuentro y entendemos que la de Marruecos también. Pero no es admisible que el Gobierno de Marruecos desafíe la frontera y la integridad territorial por discrepancias en ese conflicto (al del Sahara Occidental), del que España durante años ha tenido una posición acorde a Naciones Unidas”.
Mientras crece la tensión diplomática, en las ciudades fronterizas marroquíes con territorio español se están registrando llegadas masivas de potenciales migrantes marroquíes y subsaharianos que acudieron al llamado o “rumor” de que en cualquier momento se volverían a abrir las fronteras para entrar al país ibérico.
De hecho en las inmediaciones de la frontera, en la playa del Tarajal se informó de varias cargas policiales de los agentes fronterizos marroquíes, que intentan evitar grandes concentraciones de gente en esa zona. Asimismo los militares y policías españoles han reforzado el sistema de vigilancia y seguridad, con un blindaje que no se veía en muchos años en la región y que es un reflejo del deterioro cada vez mayor en las relaciones bilaterales entre ambos países.