La decisión de Eduardo Tricio de sacar a Grupo Lala del mercado accionario de México perjudica a pequeños inversionistas y fondos de inversión a los que invitó a convertirse en socios.
En 2013, durante la colocación de Lala en la BMV, captó 14 mil 55 millones de pesos que utilizó para el pago de pasivos y para la compra de diversas empresas, como Laguna Dairy en EU por 249 millones de dólares en 2016 y de Vigor en Brasil por mil 380 millones de dólares en 2017.
Gracias a la visión de Scot Rank, un administrador poco ortodoxo y que con anterioridad dirigió Walmart en México y Centroamérica, Lala se convirtió en una trasnacional. Sin embargo, después de un rápido crecimiento, los consejeros del grupo consideraron que era peligroso mantener a Scot como director de la firma y lo sustituyeron por Mauricio Leyva, a quien también despidieron al poco tiempo.
Los cambios en la administración y la falta de interés de los accionistas mayoritarios en el mercado de valores, por el excesivo endeudamiento de la firma y la poca bursatilidad de la acción, trajeron como resultado la caída de su precio en el mercado hasta llegar a 9.91 pesos.
A precios de regalo, miembros del grupo de control con información privilegiada comenzaron a recomprar acciones. A partir de entonces la mayor parte del papel en circulación se concentró en fondos de inversión que perderán parte de su capital.
El problema de Lala es que después de aprovechar los más de14 mil millones de pesos de los inversionistas minoritarios, ahora los quiere sacar de la jugada y a cambio les pagará la mitad de los recursos que invirtieron.
El movimiento puede ser legal, pero no es ético que Eduardo Tricio tome el dinero de los accionistas minoritarios, lo use a lo largo de ocho años y les diga a sus socios: “aquí les dejo la mitad del dinero que invirtieron, ya no me sirven, por lo que les exijo que me vendan a este precio castigado”.
Conviene recordar que Tricio fue uno de los empresarios que organizó una campaña sucia contra López Obrador en 2018 y después tuvo que ofrecer disculpas a través de un video poco honroso coordinado por su comunicadora.