Desde última la vez que había peleado Yéssica Kika Chávez hasta su retorno el sábado pasado, el mundo sufrió un cambio radical. Fue en abril de 2019, después sobrevino la ruptura con la empresa que la representó durante años y luego llegó la pandemia que alteró el curso de la humanidad. En ese paréntesis la ex campeona supermosca permaneció activa, pero sin claridad sobre el futuro de su carrera.
“Cuando terminé la relación de tantos años con mi promotora vino un periodo de sondeo para ver qué seguía con mi carrera y en eso llegó la pandemia”, recuerda Kika.
Cuando la emergencia sanitaria paralizó al mundo, Kika perdió un poco de perspectiva y se mantuvo en forma en el gimnasio, pero sin un proyecto preciso para acondicionar su programa de preparación.
“Cuando empezó el regreso sin público, pues tuve ofertas, pero siempre estaban en riesgo y se caían de un día a otro. Fue un periodo de mucha incertidumbre”, agrega.
En algún momento incluso pasó por su mente la posibilidad de un retiro, pero de inmediato reconoció que todavía tiene futuro.
“No puedo irme aún”, comenta; “tengo experiencia, soy joven y puedo lograr varias metas. La primera es recuperar mi título en supermosca; después, tal vez, subir de división para coronarme en gallo”.
La pelea del sábado ante Jaqueline Mucio la ganó por decisión unánime en Tijuana. “Fue muy emotivo volver a sentir la adrenalina y la exigencia de los golpes”. Ganó, aunque sintió la huella del paso del tiempo.
“Trabajé todo este tiempo, pero no fue lo mismo”, admite; “sentí el paso del tiempo sin pelear, aunque pude salir adelante, lo noté en mi cuerpo”.