Los Ángeles., Son varios los documentalistas que están arrojando luz a la históricamente ignorada masacre racial de Tulsa de 1921, una de las más horripilantes tragedias de la historia estadunidense.
Los basquetbolistas LeBron James y Russell Westbrook están entre las personalidades que lanzarán documentales basados en los disturbios de hace cien años en Greenwood, distrito de negocios llevados por negros y un barrio residencial en Tulsa, Oklahoma.
Cada película se sumerge en cómo la próspera comunidad, llamada el Wall Street negro por la cantidad de negocios, fue diezmada por una multitud blanca en un ataque de dos días. Como resultado, al menos 300 afroestadunidenses fueron asesinados, quemadas más de un millar de casas y otras tantas saqueadas, lo que dejó a 10 mil residentes en la calle y múltiples negocios destruidos.
“Esto tiene que ver con cómo los afroestadunidenses han sido despojados sistemáticamente de sus propiedades”, explicó Stanley Nelson, codirector de Tulsa Burning: 1921 Race Massacre. El antiguo jugador del equipo Oklahoma City Thunder, Westbrook, produjo el documental.
Las cadenas National Geographic, CNN y PBS estrenarán cintas acerca de la efeméride. Para Nelson, todos los proyectos son necesarios e importantes, especialmente porque la conmemoración de la masacre ocurre un año después del más reciente suceso racial detonado con la muerte de George Floyd.
“Creo que cuanto más salga a la luz de esta historia, mejor; estoy seguro de que cada película será completamente diferente. Considero que hay una coordinación especial en esto”, sostuvo Nelson.
La realizadora Salima Koroma está de acuerdo, ella opina que la historia debería ser contada más de una vez. Había presentado su documental sobre la masacre de Tulsa a algunas cadenas hace cinco años, pero no despertó interés porque cree que los “guardianes” no estaban listos para recibir la historia.
Eventualmente, Koroma encontró apoyo en la estrella del basquetbol de los Lakers y la compañía SpringHill, del empresario Maverick Carter, lo que ayudó a que su cinta siguiera adelante. “Sólo tengo que acudir a los guardianes correctos”, afirmó la directora de Dreamland: The Burning of Black Wall Street que se estrenará la próxima semana en CNN.
“Se dieron cuenta de que tenemos que contar historias negras. Ahora todos luchan por por eso. Finalmente, se relatarán. Creo que eso es lo que pasa”, destacó Koroma.
Para algunos cineastas, la historia ha sido difícil de contar debido a que hoy día no hay mucha documentación en torno al tema. “Ahora la gente invierte en los recursos a fin de hacer más que fotos. Puedes crear animaciones o gráficas. Es difícil de contar, pero con todos nuestros poderes combinados podemos difundir esta historia”, señaló Koroma.
La periodista DeNeen L Brown consideró que todos los proyectos sobre la masacre son necesarios para propósitos educativos, debido a que el suceso fue eliminado de libros de texto, periódicos y bibliotecas. Aunque ella nació en Oklahoma, incluso su padre, quien es pastor en Tulsa, escuchó de la masacre hasta finales de los años 90.
“Los supervivientes blancos de la masacre dejaron de hablar de ella. Los negros sólo susurraban sobre el acontecimiento, porque había un miedo real de que pasara otra vez, y ocurrió en otros lugares”, afirmó la periodista del Washington Post, con más de 20 artículos acerca de la matanza.
“Se volverá a algo de lo que la gente y los niños en la escuela van a aprender”, aseguró. Brown entrevistó a los descendientes de Greenwood y los dueños de negocios para el documental Tulsa: The Fire and the Forgotten, que se estrena esta semana en PBS.
Brown también reportará la búsqueda de fosas comunes en Rise Again: Tulsa and the Red Summer, que se estrena a mediados de junio en National Geographic. De acuerdo con la periodista, documentales como estos tienen que ser contados tantas veces como los de la revolución estadunidense, la guerra civil y las guerras mundiales.
Jonathan Silvers, quien trabajó junto a Brown como director del documental de PBS, admitió que la masacre no ha sido reconocida por los blancos. “Creo que la experiencia afroestadunidense ha sido opacada. Nosotros, los estadunidenses blancos, no tenemos idea. Esa violencia histórica tiene una sombra muy larga”.