Para Susana Yolanda Martínez prácticamente todos los días son iguales: por la mañana va a cuidar a su madre y en seguida regresa a su casa para atender lo que haga falta durante la tarde y la noche, con escasos minutos para dedicarse a sí misma o siquiera pensar en buscar un trabajo remunerado.
“Mi mamá tiene Alzheimer y, como vivimos muy cerca, desde las 7:30 de la mañana me paso con ella para cuidarla. No es tanto el tiempo, sino ver que no se caiga, que no agarre nada. A las tres de la tarde llega mi hermana, la que solventa los gastos de mi mamá, y ya me dedico a mi casa”, cuenta a La Jornada.
Al ser la única que no tiene empleo en su núcleo familiar, Susana asume casi por completo la labor de cuidados. “Ahorita casi no tengo tiempo para mí; si es una hora al día, es mucho. Para buscar trabajo tampoco, porque mi tiempo se lo dedico mucho a mi mamá”.
Un caso similar es el de Lourdes Ponce de León quien, a diferencia de sus familiares varones, destina hasta 60 por ciento del tiempo al aseo de su hogar y al cuidado de su padre y dos hijas. Ha logrado compaginar ambas actividades con la venta de ropa, a la que dedica algunas horas al día.
“Una como mujer tiene que trabajar, asear, dar de comer, lavar, ¡todo! Una no puede cansarse, aunque invierta más tiempo y más esfuerzo”, lamenta.
Estos dos ejemplos demuestran cómo los estereotipos de género impiden una mayor participación laboral remunerada de las mujeres y cómo ellas son quienes más han padecido los estragos económicos de la pandemia de Covid-19.
Un estudio reciente del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) indicó que, desde el inicio de la pandemia, 34 por ciento de las mujeres fueron “expulsadas” de su trabajo, frente a 26 por ciento de los hombres.
Asimismo, la más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo reveló que, al cuarto trimestre de 2020, había 4.1 millones de personas disponibles para trabajar, pero no lo hacían por tener que dedicarse al cuidado de sus familiares. De este grupo, 85 por ciento eran mujeres, “por lo que la carga de cuidados constituye una barrera para reinsertarse” al trabajo, destacó el análisis del CIEP.
En el mismo sentido, la organización indicó que, entre el primer y cuarto trimestres de 2020, “se reportó un incremento de 159 mil mujeres no disponibles para trabajar, lo cual se relaciona con el aumento de la participación femenina en el trabajo no remunerado y las tareas domésticas y de cuidados que aumentaron a raíz de la pandemia”.