Desastrosa fue la situación financiera de Petróleos Mexicanos heredada por los gobiernos neoliberales, algo a todas luces deliberado, pues la ruta por ellos marcada era cerrar el círculo privatizador para que la ahora empresa productiva del Estado muriera por asfixia, mientras los corporativos petroleros ocupaban los espacios que Pemex les “cedía” tras la “reforma” energética peñanietista.
Parte de su estrategia fue exprimir a Pemex (vía fiscal, por parte de Hacienda), robustecer la de por sí inenarrable corrupción imperante en la empresa, ponerse al servicio del capital privado (no de gratis, desde luego, si no pregúntele a Emilio Lozoya y su pandilla) y endeudarla a más no poder, todo ello aderezado con la sostenida caída de la producción. En síntesis, esos fueron los restos de la ex paraestatal que los neoliberales entregaron al nuevo gobierno y, a pesar de ello, poco a poco Pemex deja atrás la cianosis financiera y productiva. Con todo, en ningún momento ha incumplido con el servicio de su deuda.
Lo anterior viene a colación porque, en cuestión de horas, tras el anuncio de que Pemex adquirió 50 por ciento de las acciones de Deer Park (la otra mitad ya era mexicana), la tenebrosa Moody’s decidió reducir la calificación de la deuda emitida por esa refinería. Descomunal fue la deuda de Pemex heredada por los neoliberales y la actual administración realiza un esfuerzo enorme por recobrar la producción y las finanzas de la ex paraestatal.
Un informe del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), de la Cámara de Diputados, detalla que al cierre de marzo pasado, considerando que el tipo de cambio se ubicó en 20.6047 pesos, el saldo de la deuda financiera de Pemex se ubicó en 2 billones 348 mil 60 millones de pesos, equivalentes a 113 mil 957 millones de dólares.
La deuda de corto plazo se incrementó 21.5 por ciento respecto del cierre de 2020, para quedar en poco más de 475 mil millones de pesos. Por su parte, el débito a largo plazo aumentó 0.3 por ciento en el primer trimestre del presente año y cerró en un billón 873 mil 8 millones de pesos.
La deuda financiera neta total, que incluye efectivo y equivalentes de efectivo, ascendió a 2 billones 306 mil 648 millones al 31 de marzo de 2021, lo que significó una variación de 4 por ciento, en comparación al 31 de diciembre de 2020. En el mismo reporte se señala que la relación entre la deuda financiera y el total del pasivo y patrimonio quedó en 115.7 por ciento y presentó variación negativa de 1.4 puntos porcentuales en relación con el cierre de 2020 (117.1 por ciento).
El CEFP explica que si se analiza la deuda de Pemex por moneda, se observa que entre el 31 de marzo de 2020 y el mismo periodo de 2021, el débito en dólares se mantuvo en alrededor de 70 por ciento, mientras en pesos incrementó su participación de 9 a 13 por ciento en el periodo referido. En euros se redujo de 15 a 14 por ciento en ese periodo. En el resto de las monedas se mantuvo más o menos constante.
Para el primer trimestre de este año, 84 por ciento de la deuda financiera de la ex paraestatal estaba contratado a tasa fija y sólo 16 por ciento a flotante. A ese primer trimestre, el monto de endeudamiento neto ascendió a 70 mil 462.1 millones de pesos y superó en 26 mil 362.1 millones lo autorizado por el Congreso para todo el ejercicio.
El CEFP explica: “no obstante que el endeudamiento neto externo del sector público fue superior a lo autorizado en el artículo 2 de la Ley de Ingresos de la Federación, fue congruente con lo establecido en el mismo ordenamiento, al autorizar al Ejecutivo federal y las entidades a contratar obligaciones constitutivas de deuda pública externa adicionales, siempre que el endeudamiento neto interno fuera menor al aprobado en el citado artículo o en el presupuesto de las entidades respectivas, en un monto equivalente al de dichas obligaciones adicionales; o viceversa”.
Las rebanadas del pastel
Parece que en la Secretaría del Trabajo están “sordos” y “ciegos”, por decirlo suave, porque el conflicto en la mina San Rafael, en Cosalá, Sinaloa, concesionada a Americas Gold and Silver, se prolonga por más de un año y en la oficina principal de la citada dependencia del Ejecutivo ni lo ve ni lo oye, aunque sí tiene tiempo para bloquear los acuerdos.