El escritor Fedro Guillén, de quien hace unos días se cumplió su centenario natal y 27 años de fallecido, perteneció a “una generación de hombres y mujeres unidos por una misma raza en el pensamiento: el humanismo, una forma de vida y una pasión, la contradicción tan característica de los seres humanos”, sostiene su hija Claudia Guillén.
La narradora y docente explica en entrevista que “esa generación cabalgó entre el México que estaba asentando sus bases, lleno de ideales, rodeados de una Latinoamérica convulsionada”, personalidades como el Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias, José Revueltas, Tito Monterroso, Juan de la Cabada, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos, Wilberto Cantón y Guadalupe Rivera Marín.
Claudia Guillén refiere que las obsesiones en el pensamiento de Fedro Guillén provienen de su padre, Flavio, quien fue espiritista, masón y gobernador maderista que tuvo que exiliarse en Guatemala. Flavio Guillén nació en 1871, a pocos días de que concluyera la Comuna de París, de lo que estaba muy orgulloso.
Su padre, agrega la escritora, pasó sus primeros años de vida en Guatemala y luego fue autor de más de 30 libros. “Hay más claros que oscuros en esta memoria que estoy haciendo de él, sus intereses y su grupo de amigos muy cercanos.
“Los afanes de mi padre surgen a partir de mi abuelo, del exilio y de esta idea de estar en un continúo diálogo con el pensamiento de otros, siempre de los mayores. Al quedar huérfano a los 12 años, buscó en figuras como José Vasconcelos, Porfirio Barba Jacob, Alfonso Reyes y Jesús Silva Herzog, una suerte de paternidad intelectual”.
Se inclinó, continúa Guillén por la no violencia, que “viene desde el concepto de Tolstoi y los rusos. Mi papá abrevaba en los rusos, en los centroamericanos. Se carteaba con la esposa de Martin Luther King. Escribió el libro de ensayos Tolstoi, Romain Rolland, Martin Luther King con el hilo conductor de la no violencia.
“Isidro Fabela fue fundamental para su formación, porque un grupo de jóvenes entre los que estaban Wilberto Cantón, Guadalupe Rivera Marín, Fedro Guillén y Luis Echeverría rodeaba a este internacionalista, el primero de nuestro país, para charlas, para este diálogo de ideas. Fue secretario de Fabela en sus primeros años de vida profesional”, añade la también crítica literaria.
Narración vigente
Claudia Guillén destaca entre la producción de su padre La aurora es inmortal, El laurel y la sombra, y Barba Jacob: el hechizado.
En Simbad y Ulises, Fedro Guillén narra el “viaje que hizo para invitar a distintas personalidades, entre ellas Miguel Ángel Asturias, al homenaje al poeta León Felipe. Es una narración que fluye, que tiene un talento literario para recrear atmósferas que no ha perdido vigencia.
“En Guatemala: genio y figura relata cuando tuvo su primer perro. Vivían en una casa de madera, en gran pobreza. Se llamaba Bull y le dio rabia. Los lectores pueden ver todos esos escenarios; te hablo de 1930. El libro es del 1954. Tiene vigencia porque toda la entraña de la condición humana, los claroscuros, que a mí me gustan mucho en los escritores”.
En Vladimir Ilich-Lenin: un hombre entre los hombres estableció un diálogo entre Lenin, Rolland, Tolstoi y Gorki. Además, “su gran pasión por Tolstoi se ve reflejada en la colección Sepan Cuantos, donde prologa Ana Karenina”.
Guillén recuerda que José Revueltas era muy amigo de su padre, “un hombre de izquierdas muy apegado a los exilios, tanto de América como el español. Le tocan esos 70, pero es un poco más apegado a las tradiciones del siglo XIX. Pensemos que cuando se da la ruptura, Carlos Fuentes, a quien respeto enormemente, y Porfirio Muñoz Ledo todavía no rompen con ese pasado. En los años 70 se dio ese cambio”.
Fedro Guillén “fue presidente de la Comunidad Latinoamericana de Escritores, que unía las voces de los literatos. Autores comprometidos en causas políticas. Más allá de estar de acuerdo con ellos o no, sí había un compromiso con causas políticas. Eso creo que se ha desdibujado un poco”.
Claudia Guillén menciona que su padre perteneció al PRI de entonces, que “reunía a gente de izquierda. Fue diputado y hombre honesto. Cuando murió Salvador Allende, saltó a la tribuna a decir que hombres como él no se suicidan. Ayuda al exilio chileno. El contexto es fundamental cuando vamos a analizar cualquier tema”.