El álbum Hora de no ver (1994), de las bandas de rock argentinas Suárez y Dios (2001), tiene su primera edición en vinilo en 2021 gracias al sello también argentino con base en San Francisco, Calar Music.
Calar es comandado por Cristian Alberto López, alias el Niu, melómano empedernido, adicto a los discos, que lanza estos elepés, muestrarios de visiones paralelas y complementarias de lo cotidiano y trascendente en la vida urbana, en este caso de Buenos Aires.
Las agrupaciones, comparten también una reputación posterior a su vida como banda, que tuvo más que ver con un boca en boca en línea que con su presencia en medios de comunicación.
Dios, trío “cien por ciento libre de guitarras”, tuvo en su cantante ,Pedro Amodio, al cronista más lúcido de las inhóspitas noches porteñas, una mezcla de predicador, recitador e intérprete. Para López, “Pedro era diferente a lo que te podías encontrar, pero lo que marca la diferencia es que son gente muy real, no son fabricados, no es que se sentaron a planear como presentarse; esa es la diferencia entre un artista y alguien que actúa de artista. Recuerdo que en una fecha me invitaron a pasar música y terminé pasando Stockhausen mientras tocaban”.
A diferencia de Dios, Suárez tuvo una formación clásica de grupo de rock, ejecutada con guiños a la modernidad de la época. Para el Niu, “Suárez era la versión porteña de Sonic Youth y eso era algo bueno, eran más abstractos y su poética, más surreal. En Dios nada era realmente improvisado, a pesar de ser parte del mismo circuito, no se cruzaron mucho en vivo, pero en Buenos Aires cada cual tiene su quiosco. Hay que tener en cuenta que Gonzalo Córdoba, guitarrista de Suárez, grabó el disco de Dios; él es muy humilde y ha ayudado a muchas bandas, supongo que por eso terminó trabajando en este disco”.
Rosario Bléfari, compositora y actriz, fallecida en 2020, era una figura peculiar sobre los escenarios, con una capacidad de conectar con su audiencia sin recurrir a artilugios trillados, de la misma manera en que las letras de sus canciones se despellejaron sin adjetivos sobrantes. Según el Niu, “Eran una de las bandas para ir a ver. Ella tenía una conexión más íntima que otros artistas con su público, menos despilfarro de movimientos y más contacto desde otro nivel”. Si el destinatario en la música pop suele ser un receptor abstracto, ¿por qué no demandar del oyente que rellene los espacios vacíos de una historia que se insinúa?
“Ser influenciado por la música en estado puro, a determinada edad, es una cuestión trascendental que se presenta frente a tus ojos, es un fenómeno ineludible, cuyas coordenadas se intentan obedecer como un código propio: “Me siento muy afortunado, porque desde muy chico sentí el llamado de la música. Me acuerdo de acercarme a los grupos y preguntar cosas sobre sus instrumentos y sus ritmos; creo que los músicos que aceptan trabajar conmigo saben eso, saben que vengo de un lugar sincero, no estoy buscando explotar a nadie, sólo ayudar desde un lugar pequeño, y eso sí me hace sentir muy bien”.
Por qué estos dos grupos no llamaron más la atención de la audiencia durante su carrera parece, a la distancia, un misterio.
Dios, por ejemplo, tenía una propuesta musical original, diferente en más de un sentido a todo lo que rondaba su órbita, acompañado además por una visión lírica definida: “En los años 90, MTV influyó mucho para popularizar el rock alternativo y, a pesar de que era siempre lo mismo, algunos programas hacían la diferencia y marcaron lo que se recuerda hoy. En cambio, en este caso estamos hablando de bandas que llevaban como máximo 200 personas; después de los años 80 la popularidad en el rock argentino quedó reservada para grupos con propuestas más masivas, como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota”.
Para el futuro, el Niu planea editar a Los Corrosivos, grupo bonaerense pospunk que practicó no sólo algo del espíritu dark, sino también la atmósfera oscura de una Argentina democrática con fuertes ecos dictatoriales. “Los Corrosivos es una continuidad del rescate que quiero hacer, es un trabajo de archivo de un grupo punk de 30 años atrás; no quiero que ese material quede en el olvido, algo muy especial de Corrosivos es que son de Banfield y yo de Lomas de Zamora.
“Los vi a los 14 años, y fue muy impactante; su caset para el sello Catálogo Incierto, de Daniel Melero, quedó con todo su lo fi como una cápsula del tiempo de una época muy intensa, 1986, 1987; recién salíamos de los milicos y todavía ir a un recital de rock era una odisea, eso se nota en la música de Los Corrosivos y en otros grupos como Los Pillos.”
Más allá del rescate musical, la búsqueda del sello también apunta a devolver a las bateas discos que se han vuelto objetos de colección inalcanzables dentro de la burbuja del culto al vinilo.