Niñas, niños y jóvenes hijos de jornaleros agrícolas migrantes enfrentan mayores problemas de rezago educativo, pues se estima que más de 80 por ciento de ellos no reciben instrucción básica por la movilidad constante en la que se encuentran, además de la falta de recursos económicos y documentos oficiales, y porque no hay suficientes docentes capacitados para impartir clases en lenguas indígenas, de acuerdo con un estudio de especialistas del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (Inide), de la Universidad Iberoamericana.
Por su parte, Margarita Nemecio, coordinadora de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas, destacó que la falta de apoyos gubernamentales hacia esta población ha profundizado esta problemática.
Carlos Rodríguez Solera, profesor investigador en el Inide, y Patricia Patiño Martínez, asistente de investigación de dicho instituto, expusieron que, de acuerdo con datos de 2016 del entonces Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, sólo 17 por ciento de la población total de niñas y niños migrantes (aproximadamente 326 mil personas) asistía a la escuela.
En entrevista, indicaron que, con base en un centenar de relatos que recabaron de menores migrantes internos de diferentes entidades del país, como Baja California, estado de México, Hidalgo, Morelos, Sinaloa y Sonora, identificaron que cuando la familia del infante mantiene una estabilidad laboral, aun en la condición de movilidad interna, algunos de los menores logran cursar todo el ciclo escolar en una sola entidad.
“El problema son aquellas familias que tres meses están en un lugar y tres meses en otro, que constantemente se mueven”, dijo Patiño Martínez. En este sentido, mencionó que cuando los niños llegan a nuevas comunidades no siempre lo hacen con sus documentos oficiales para poder inscribirse en la escuela, por lo que los regresan “y muchas veces los hacen recursar”.
Rodríguez Solera dijo que otro de los factores que detectaron es que los menores que estudian “no están involucrados en el trabajo infantil como los otros (que sí lo hacen)”, o laboran en periodos que no interfieren con la escuela.
En entrevista aparte, Margarita Nemecio resaltó que la desaparición de los esquemas de ayuda a esta población hizo aún más grave el problema. “En sexenios anteriores, los dos o tres programas que había tenían varias fallas e irregularidades en el uso de recursos, además de poca cobertura para los objetivos encomendados, pero desaparecerlos así fue muy drástico, porque no se contó con planeación y buena estrategia” para no desamparar a la infancia y adolescencia migrante.
Subrayó que el poco avance académico de los menores es un fenómeno complejo que obedece a diversos factores y señaló que hoy en día no se cuenta con un balance actualizado que permita saber la magnitud y las causas del rezago educativo, y por lo tanto diseñar políticas públicas adecuadas.