Cuando se enteró de que no regresaría a trabajar como empacador en la cadena de supermercados Walmart, Carlos Azcurria sintió que le caía un balde de agua fría: “Nos dieron esperanzas durante 14 meses y hoy nos sentimos traicionados”.

Como él, miles de adultos mayores quedarán en el desamparo ante la noticia de que la mayor tienda con sucursales de autoservicio en el país canceló el convenio con el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam).

Este programa les permitía laborar como empacadores voluntarios en las más de 2 mil 500 sucursales de Walmart, que también incluían las filiales Sam’s Club, Walmart Express y Bodega Aurrerá.

Para la empresa “nunca existimos, porque no fuimos parte de su personal y nunca tuvieron una responsabilidad con nosotros”, dice don Rubén, de 70 años y quien trabajó más de tres años en una tienda Walmart al sur de la Ciudad de México.

Él, dice dándose ánimos, podrá encontrar algún empleo en el futuro o tener el apoyo de sus hijos. No obstante, expresa su preocupación “por mis compañeros que quedan en la carencia, porque en este tiempo se han endeudado, empeñado sus pertenencias y no tienen alguna pensión para afrontar sus gastos”.

Según el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la vulnerabilidad por ingresos de personas de más de 65 años es mayor a la del resto de la población y, antes de la emergencia sanitaria, 41.1 por ciento vivía en condiciones de pobreza multidimensional.

Azcurria coincide en que los adultos mayores “quedarán empobrecidos, ya que muchos de los compañeros perdieron su patrimonio, solicitaron préstamos y se han visto en la necesidad de salir a las calles a botear para pedir dinero”.

El caso de la señora Isabel Maya, por el contrario, es alentador: regresó apenas el miércoles anterior a su trabajo como empacadora voluntaria en un supermercado de la alcaldía Benito Juárez y, más allá del auxilio que le significan las propinas que recibe de los consumidores, el alivio en su caso fue también emocional.

Doña Isabel, de 68 años de edad, vive con uno de sus hijos, quien se sostiene a sí mismo, por lo que los 150 o 200 pesos que la mujer gana al día le ayudan a cubrir sus propios gastos. El regreso a trabajar, confía, le vino bien para empezar a cubrir los préstamos que tuvo que pedir durante el tiempo que no laboró.

“Todo el año que no trabajamos, nos endeudamos, y esto ya es una ayuda”, señaló la mujer, quien ya cuenta con su esquema de vacunación contra el Covid-19.

En contraste, José Olivares, adulto de 72 años que laboró en un Superama, avizora “una situación complicada porque muchos compañeros se van a agolpar en las otras tiendas. Pero la gran mayoría no tendrá una opción clara de volver a trabajar”.

En 2020, Walmart logró sortear la etapa más dura de las consecuencias económicas por la pandemia. Ese año cerró con ventas por 696 mil 711 millones de pesos, lo que representa poco más de la mitad del billón 300 mil pesos que colocaron más de 60 mil establecimientos afiliados a la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio, a la que ya no pertenece la minorista más grande del país.

Al consultar a personal de Walmart sobre el regreso de los empacadores a sus tiendas, el área de comunicación corporativa se limitó a contestar: “Estamos dando puntual seguimiento al tema, y por el momento no tenemos más comentarios”.