Estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), plantel Ajusco, sordos o con hipoacusia –disminución de la sensibilidad auditiva– denunciaron que en las instituciones de educación superior no se dan las condiciones para que quienes enfrentan barreras de aprendizaje puedan continuar sus estudios.
“Hemos tenido compañeros que han abandonado la carrera porque no podían pagar la cuota del traductor de lengua de señas mexicana (LSM), que requerimos para seguir la clase”. Además, destacaron que pese al discurso de inclusión de la Secretaría de Educación Pública (SEP), “no existen profesores de educación básica con discapacidad, lo que también cierra las posibilidades laborales para quienes nos estamos formando en el campo pedagógico”.
José Ramírez, uno de los alumnos con sordera, destacó que la pandemia de Covid-19 hizo evidentes las múltiples barreras que enfrentan las personas con alguna discapacidad, pues al suspenderse las clases presenciales e iniciar en línea o por videollamada “no se dan las condiciones para que podamos atender la clase, como si fuéramos oyentes, ya sea porque a veces falla el Internet o porque los profesores no siempre hablan frente a la cámara”.
Con las clases en plataformas digitales, explicó, “tuvimos que buscar intérpretes de LSM, lo que ha sido complicado. No me siento bien tomando clases a distancia, se me hace muy aburrido, porque los alumnos oyentes sí logran cierto aprendizaje, pero para nosotros es más complicado, porque nuestra comunicación es visual”.
A pesar de que la matrícula de estudiantes de educación especial atendidos en el ciclo 2019-2020 fue de 648 mil 101, de acuerdo con cifras de la SEP, y que de ellos 3 mil 821 tienen sordera y 9 mil 270 hipoacusia, “muy pocos llegan a la educación superior, y los que logramos acceder a las aulas universitarias simplemente no encontramos el apoyo”, afirmó Israel Tafoya, alumno de la UPN.
Se requiere mucha paciencia, dijo, para seguir las clases a distancia, porque las plataformas digitales no consideran las necesidades de las personas sordas, y tampoco la universidad. “Es gracias al apoyo de algunos profesores y compañeros, quienes incluso han aprendido la LSM, que podemos tener una comunicación en clase, pero muchos de nosotros hemos tenido que pagar de nuestro bolsillo al traductor”.
Los estudiantes indicaron que para las personas sordas “nos es difícil entender el español, porque la LSM tiene una gramática distinta, por eso es tan importante el apoyo de un intérprete, a quien también se le deben cubrir sus gastos de alimentos y traslado”.
A ello se suma, dijeron, que ni en las universidades ni en las escuelas de educación básica hay maestros con discapacidad. “Cómo se puede hablar de inclusión, cuando no se considera que los profesores con discapacidad también merecen un espacio y una visibilización, que permita a los estudiantes con barreras de aprendizaje tener una alternativa real para seguir estudiando”.