La información más reciente motivó al presidente López Obrador a considerar que la economía mexicana “va muy bien” y “es de las mejores del mundo en cuanto a recuperación después de la pandemia”. En esta materia los pronósticos para México han mejorado sustancialmente, lo que, a juicio del mandatario, “molesta muchísimo a nuestros adversarios conservadores, porque no se había tenido un primer trimestre como el de este año, con tanta inversión extranjera; llevaba tiempo que no sucedía”.
Sin duda, la economía mexicana muestra mejoría –como en buena parte del planeta– y ha dejado atrás la etapa recesiva, pero no hay que cantar victoria. Falta camino por recorrer, toda vez que la pandémica sacudida de 2020 fue la de mayor intensidad en casi un siglo. Por ello, sin desestimar el avance hay que estar atentos a los rezagos y eventuales coletazos.
En este sentido, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes, considera que la más reciente información del Inegi respecto del comportamiento del producto interno bruto “contiene tanto aspectos positivos como otros que deberán atenderse para solventar las consecuencias de la mayor recesión que ha enfrentada la economía mexicana en 90 años”.
Se observa que las tendencias de los principales componentes son positivas, aunque al mismo tiempo se registra una recuperación heterogénea al existir sectores productivos, tanto en la industria como en los servicios, que contabilizan una caída significativa. Lo último tiene una vinculación con la reducción del consumo, la inversión y la precarización del mercado laboral, una situación que disminuye la capacidad de crecimiento asociada al mercado interno y lo cual deja la inercia de una primera etapa de la recuperación en el sector exportador.
El primer trimestre de 2021 marcó la última caída del PIB, tanto en su comparación anual como en referencia al trimestre inmediato anterior. Así lo confirma el resultado de dicha variable y la revisión del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE). Con ello, concluye la primera etapa de una recesión que, de acuerdo con el Inegi, contabilizó una caída de 8.3 por ciento en 2020 y 3.6 por ciento de enero a marzo de 2021.
Por su parte, las cifras originales reportan que en marzo el IGAE tuvo un crecimiento anual de 0.8 por ciento, con lo que se mantiene la tendencia al alza: tal indicador creció 2.4 por ciento en referencia a febrero. Sin lugar a duda que ello permite confirmar que la tendencia y el ciclo de la economía mexicana se encuentran en una ruta de recuperación que continuará durante el resto del año, lo que permite plantear que el producto interno bruto del segundo trimestre del 2021 podría crecer hasta 17 por ciento en su comparación anual. Así, se puede prever un incremento del PIB cercano a 5.1 por ciento para todo el año.
En ese contexto, termina la cadena de siete caídas consecutivas acumuladas desde 2019, pero aún hay un desafío por superar: la magnitud de la recesión afectó a sectores estratégicos, situación que restringe la capacidad de generar valor agregado de la economía mexicana, básicamente por la caída de su capacidad potencial. No puede obviarse que la recesión de 2020 precarizó la capacidad de generar valor agregado y crecimiento del sistema productivo nacional, particularmente en el sector de la construcción, la extracción de petróleo y gas, la industria eléctrica, las manufacturas encaminadas al mercado doméstico y el sector servicios.
Se confirma que la economía mexicana ha iniciado su proceso de recuperación, pero hay que garantizar que el crecimiento solventará los rezagos sociales y la afectación que sufrieron sectores estratégicos.
Las rebanadas del pastel
Por cierto, en la mañanera de ayer el gobierno federal dio cuenta de los avances del nuevo mecanismo para comprar medicamentos para el sector público, por medio del cual en los últimos 10 meses el ahorro presupuestal fue cercano a 12 mil millones de pesos, y recordó que hasta 2018 sólo 10 empresas acaparaban 80 por ciento del gasto público para tal fin. Se acabó otro jugoso negocio para unos cuantos, por lo que ante la “molestia” de los “adversarios” por tales avances (más la compra de Deer Park), el presidente López Obrador bromeó: “ya vamos a comprar también el laboratorio de Vitacilina, ¡ah qué buena medicina!”