Sostengo una extraña relación con la obra publicada de Yoko Ono: son libros que, pese a hojearse hasta el cansancio, no dejan de sorprender. No sé a qué se deba, pero no hay ocasión en que no se descubran detalles nuevos que, seguramente, fueron pasados por alto la vez anterior que se mencionó algo acerca de ellos. En este sentido, Pomelo (Alias, 2020) me parece importantísimo para conocer y entender de mejor forma el arte contemporáneo y, sobre todo, acercarse a la obra de Yoko para reconocer su influencia en el establecimiento de nuevas rutas que siguieron varios artistas e incluso músicos.
Ver en librerías esta obra, “en una edición digna de coleccionarse”, es toda una celebración. Si hay alguna artista plástica que haya sido poco apreciada por sus contemporáneos, sin duda, es Yoko Ono. Por tal motivo, fue que Alias decidiera nutrir su catálogo con este libro me parece una iniciativa para aplaudirse. Si ahora se le considera una de las mujeres más importantes del arte de los años recientes, producto de una suerte de revisionismo, qué mejor que ofrecer esos materiales, los cuales ofrecen una nueva oportunidad para adentrarse en la inquieta y extravagante personalidad de la artista japonesa. Fotos, anotaciones, correspondencia, dibujos, poemas y todo tipo de documentos acompañan su obra. Valga decir que esta edición en particular está formada con un cuidadoso diseño, que conserva una línea austera y económica que propicia la desmitificación del libro de arte, haciéndolo accesible a los lectores interesados.
Poemas, dibujos, piezas de cine, danza...
Al repasar las páginas de Pomelo, el lector se enfrentará a una serie de instrucciones simples “a manera de poemas, dibujos, piezas de cine, danza o arquitectura” a menudo de una sola línea, que se encuentran dispuestas en las cinco secciones que componen la obra: Música, Pintura, Evento, Poesía y Objeto. La edición es muy cercana a una antología de partituras de actos o guiones de actuación, que consisten en crear acciones en lugar de discursos. Para su construcción, la consigna que siguió su autora es contundente: las nuevas formas artísticas no deberían centrarse en la producción de obras plásticas u objetos, sino en la acción y la participación constante del público. Con esta idea en mente la artista nipona invita a desvincularse, por medio de la contemplación, de un mundo enajenado por el consumo y la producción frenética de información y mercancía. Quienes desean conocer el sentido que tienen los lenguajes y soportes del arte contemporáneo, aquí encontrarán una posibilidad interesante.
Crisol de culturas
Al igual que el pomelo o toronja, “especie de mezcla entre varias frutas”, este libro es un crisol de culturas que involucra por lo menos cuatro países y 50 años de historia. La edición original se publicó en 1964, mientras Yoko Ono vivía en Tokio, con una tirada reducida a 500 copias. Ese mismo año la editorial estadunidense Simon & Schuster lo publicó en Estados Unidos. En 1970, se reditó, agregando material nuevo y una simpática introducción escrita por John Lennon. En septiembre de ese año, Ediciones de la Flor, “editorial argentina conocida por publicar obras de Rodolfo Walsh, Silvina Ocampo y Umberto Eco”, decidió incluir en su catálogo la primera traducción al español, a cargo de Susana Lugones.
La edición argentina tuvo mucha resonancia en la escena artística mexicana y estuvo en el aire durante las décadas siguientes, incluso entre las generaciones más jóvenes de artistas. Daniela Gil, directora operativa de Alias, cuenta que “en los años 70 mexicanos la influencia de Fluxus estaba a flor de piel y Yoko fue un elemento muy importante de esta corriente internacional”; lo anterior aunado a que Susana Lugones, “quien era muy subversiva y fue desaparecida por su activismo durante la dictadura militar que gobernó a la nación sudamericana entre 1976 y 1983”, ayudó a que en esta nueva edición, “no se pensara en hacer otra traducción, sino en recuperar la original de 1970 con toda la riqueza de su contexto”.
No es la primera vez que Yoko Ono publica un libro, están, por ejemplo, Acorn, Odyssey of a Cockroach, Invisible Flower, entre otros, pero nunca antes lo había hecho de forma tan sorprendente y torrencial. Parte de lo intrigante de la toronja de Yoko Ono es su dependencia de la imaginación pura. Muchas de las instrucciones de su libro son del tipo: “párate a la luz del atardecer hasta que te vuelvas transparente o te duermas”, “enciende un fósforo y míralo hasta que se apague”, “junta tus sombras hasta que se conviertan en una sola” e “imagina las nubes goteando”.
Si bien es, aparentemente, un libro que depende de las acciones del lector y de su imaginación para desbloquear el potencial de sus páginas, hay otro hecho que Gil considera relevante en la decisión de esta publicación: “hay mucho que valorar en la figura de Yoko, es una mujer que derribó cualquier limitación que se le presentase. Tuvo que huir de la guerra. Desde muy joven “en Japón y siendo mujer” se involucró en las manifestaciones artísticas más radicales, por ejemplo, el grupo Gutai, famoso por meter el cuerpo en la categoría de material y por experimentar con soportes como el performance o el happening”.
El poder de cambiar el mundo
Es emocionante ver las cartas, dibujos y poemas de Yoko en las páginas de esta edición, junto a las instrucciones de muchos de sus actos, filmes y obras visuales o sonoras, tal como los espectadores pudieron verlas y escucharlas tiempo atrás. Han pasado ya 57 años de la primera vez que Pomelo vio la luz del mundo y ahora es posible decir que nunca sabremos con exactitud cuánto espacio ha ocupado la obra de Yoko Ono en la vida de los artistas y de las personas. No obstante, para Daniela Gil está claro: “Hay mucho que valorar en la figura de Yoko”. Agrega: “dados los tiempos reflexivos en torno a las producciones artísticas femeninas, nos pareció propicio el momento para arrojar una nueva luz sobre la obra de la artista, alejada de las pobres lecturas que se han hecho sobre su persona y su trabajo”.