El reto para todo montañista es alcanzar la cumbre. Pero en esta era de pandemia con su lógica anómala, una multitud de alpinistas náufragos trastocaron la misión, dejaron la cima para otro momento y sólo buscan un boleto que los lleve de regreso a casa. Las expediciones pasaron de aventuras en las alturas a episodios críticos ante los contagios de Covid en algunos campamentos y la imposibilidad de abordar un avión para salir de Nepal por la emergencia sanitaria.
En Katmandú, la capital, se despliega la cordillera del Himalaya con sus abundantes montañas que en esta temporada convocan a la comunidad internacional de alpinistas. Las autoridades nepalíes concedieron una cifra récord de permisos para el ascenso del popular Everest, Annapurna fue generoso y permitió la cumbre a muchos alpinistas. Ahí fue donde cambió la trama y aparecieron los primeros contagios de coronavirus que desembocaron en Dhaulagiri.
Los mexicanos Badía Bonilla y Mauricio López forman parte de esta comunidad varada en Katmandú. Ambos se contagiaron de Covid durante su aclimatación en Dhaulagiri, después de que habían conquistado Annapurna junto a una docena de alpinistas. Estuvieron hospitalizados, pero lo superaron y ahora son parte de esa comunidad atrapada en el país de las montañas.
El 31 de mayo los mexicanos tenían reservado un vuelo para salir de Katmandú, pero los brotes de Covid que azotan a la región asiática llevaron a las autoridades a imponer un confinamiento severo y a cerrar el espacio aéreo.
“La aerolínea Qatar no se hace responsable por la cancelación”, cuenta Mauricio a La Jornada desde Katmandú; “ahora somos largas filas de extranjeros, en su mayoría alpinistas, que buscamos un vuelo para salir de Nepal. Los costos se han elevado de manera asombrosa y sólo unos pocos han logrado abandonar el país gracias a sus embajadas”.
Hace unos días, un avión fletado por el gobierno español pudo evacuar a casi un centenar de sus ciudadanos, turistas y montañistas, entre ellos el célebre octagenario Carlos Soria. En medio de este escenario de enfermedad y alarma, aún había alpinistas que intentaban subir al Everest. Las autoridades ya les han pedido que desciendan y eso complicará la situación de los montañistas náufragos.
“Somos bastantes quienes estamos a la espera de un vuelo”, comenta Badía; “ahora que bajen los que aún estaban en el Everest será más difícil la situación. Todo está cerrado y las calles lucen desiertas. En una ciudad vacía por orden de las autoridades es muy complicada la existencia”.