Un nuevo museo acaba de ser inaugurado este mes en el centro de París. Su espacio exhibirá en forma alternada las 10 mil piezas de la colección privada y muy personal de François Pinault, uno de los hombres más ricos de Francia, cuya fortuna fue clasificada la vigésimo séptima del planeta en 2020. Figura también como uno de los 10 más grandes coleccionistas de arte contemporáneo en el mundo.
Sin duda, la vida de Pinault habría inspirado a Balzac, mago de la narración de aventuras financieras. ¿Cabe recordar que sus novelas eran leídas con atención por Karl Marx, quien veía en ellas análisis clarividentes de la economía social, y las prefería incluso al Victor Hugo de Los miserables, más idealista, donde los buenos sentimientos triunfan sobre la feroz realidad de los despiadados combates financieros?
Pinault nació en 1936 en Bretaña, dejó la escuela a los 16 años para trabajar en el aserradero de su padre, un hombre de origen campesino. Combatió en las tropas francesas durante la guerra de Argelia. De regreso a Francia, en 1959, a la muerte de su padre, vendió el negocio familiar y devinó jefe de explotación en la empresa Gautier Frères, comercio de madera basado en Rennes. Contrajo un primer matrimonio con Louisette Gautier. Ayudado por su suegro y el Crédit Lyonnais adquirió el comercio de madera. En 1970, segundas nupcias con Maryvonne Campbell, comerciante de antigüedades, quien lo inició en el mundo del arte. En 1973, vendió su empresa a un holding británico en 25 millones de francos, suma excesiva que Pinault exigió, pues no deseaba deshacerse del negocio. En el extraño edificio circular de la Bolsa de Comercio, adonde entró por vez primera ese año, invirtió 300 mil francos en azúcar. El alza vertiginosa de este producto le produjo una plusvalía de 100 millones. El vertiginoso ascenso económico de Pinault está en marcha. Gracias a su instinto financiero, decidió cesar los contratos de importación de madera durante el primer choque petrolero. El curso de los precios de madera se desplomó, lo que le permitió adquirir los negocios en quiebra de sus concurrentes. A partir de 1978, se especializó en la reanudación de empresas en dificultades y adquirió más de 60 sociedades. Desde entonces, su fortuna no cesa de prosperar.
En la década de los 70, Pinault adquirió su primer cuadro, Cour de ferme, de Paul Sérussier, pintura que será para él un amuleto. Sigue la compra de telas de principios del siglo XX. Toma gusto por el arte moderno y contemporáneo hacia finales de los años 80 . Constituyó una importante colección privada y, en 1998, compró la casa de subastas británica Christie’s en mil 200 millones de euros.
Para alojar su colección en París, compró el edificio vacío de la Bolsa de Comercio, el cual remonta al siglo XVI. Construido por Catherine de Médicis, este Hôtel de la Reine sucedió al antiguo Hôtel de Soissons. Un arquitecto japonés llevó a cabo los trabajos para adaptar su interior como museo. Pero, la disparidad de los objetos reunidos hace de esta colección más un gabinete de curiosidades que un museo. Instalaciones y obras que requieren explicación a diferencia de las obras clásicas a las que bastaba su presencia. La obra Temps mort, video que narra el intercambio intimista, a través de celulares, del artista con un prisionero. Una bandera estadunidense en girones representa el rechazo al racismo. Las fotos de un travestis simbolizan el derecho a cambiar de género. Copia de una obra del Renacimiento italiano, en el centro de la Rotonda, una escultura en cera de El rapto de las sabinas se funde a la llama de una vela antes de desaparecer, lejos la aspiración a la perennidad del arte clásico.
François Pinault pretende tal vez plantear con su colección tan personal las preguntas, acaso sin respuesta, de lo verdadero y lo falso en la obra de arte. Obra auténtica o simple impostura, el enigma propuesto por la creación original fulge con su propio brillo.