Los restos óseos de una mujer de casi 1,400 años de antigüedad fueron encontrados junto con un ajuar funerario, junto a casi 19 mil elementos que reflejan el carácter guerrero y la élite de la joven en la Zona Arqueológica de Tingambato, Michoacán, informó la Secretaría de Cultura federal.
De acuerdo con los análisis de colágeno por radiocarbono se trata de una mujer entre los 16 y 19 años que murió en 630 d.C., fecha que coincide con la etapa de mayor crecimiento de Tingambato, que fue de 550 a 850 d.C., mencionó el comunicado.
La institución señaló que se localizaron dentro de una cámara funeraria construida a cinco metros de profundidad, con fuertes paredes de piedra y un techo abovedado de lajas en sentido de espiral, donde fue inhumada con un rico ajuar compuesto por 19 mil 428 objetos de concha y lapidaria.
El arqueólogo Alejandro Valdés Herrera, investigador del proyecto, explicó que los elementos elaborados en taller con conchas marinas, cuentas y pendientes son de la especie Spondylus princeps, proveniente del Pacífico, peculiar por su tonalidad anaranjada y era muy apreciada por las culturas antiguas, por lo que se considera uno de los más importantes encontrados en el occidente mexicano.
Describió que en el pectoral y cráneo también portaba ropa tradicional, diadema y orejera enconchada, diez anillos hechos del mismo material, uno en cada dedo, y en los tobillos presentaba sartales de cuentas en forma cilíndrica de la especie Tripsycha tripsycha, así como cascabeles elaborados con caracoles marinos.
En su cabello –agregó- se encontraron más de dos mil caracoles pequeños del género Olivella, los cuales se cree que fueron insertados directamente en el cabello de la joven, pues no se encontraron sobre el cráneo sino dispersos a su alrededor.
“Cinco átlatl o lanzadardos rodeaban su cuerpo, cuatro de ellos presentan agarraderas de concha y uno más de piedra verde; se trata de versiones de lujo de estas armas y manifiestan el carácter guerrero de esta mujer” comentó el arqueólogo.
Por otro lado, apuntó que se hallaron cuentas de piedra verde que, de acuerdo con las autoridades locales de Instituto Nacional de Antropología e Historia, corresponden a un mineral llamado amazonita, cuya procedencia aún no se precisa, pero se conocen vetas importantes en la región que hoy ocupa Chihuahua.
Mismo caso para la piedra turquesa, que se piensa que provino de lo que hoy es el suroeste de los Estados Unidos.
Detalló que, debido a la fragmentación y malas condiciones de conservación que presentaba el cráneo, se hizo una cuidadosa reconstrucción, donde se descubrió una deformación cefálica intencional del tipo tabular erecta, así como trabajos de modificación dental.
“Si bien estas modificaciones eran recurrentes en su tiempo, se asocian a ciertos grupos de la sociedad, lo que nos lleva a pensar que era parte de la élite local. Al analizar su dentadura observamos que las modificaciones no estaban desgastadas ni presentaban evidencias de uso, por lo que pudieron haber sido realizadas en un momento cercano a su muerte”, dijo Valdés Herrera.
Además, comentó que encontraron paleopatologías que indican periodos de enfermedad como fiebre y un grado leve de desnutrición, aunque no parecen ser la causa de muerte, la cual aún se desconoce.
Los análisis comenzaron en 2016, cuando el investigador del Centro INAH Michoacán, el arqueólogo José Luis Punzo Díaz, retomó la exploración desde 2011.
“Fue un sitio privilegiado por su ubicación, en la entrada de Tierra Caliente y la sierra fría michoacana, el cual surgió en el año 0 y tuvo una ocupación constante hasta 900 d.C. Los resultados revelan la trascendencia de este entierro y del personaje inhumado, y lo colocan como uno de los más importantes en la arqueología del occidente de México, en particular de Michoacán”, concluyó Punzo Díaz.