Es muy probable que uno de los males que más confusión provoque en los periodos electorales sea la medición de las voluntades políticas, es decir, las encuestas.
Transitando por su derrotero más afín, las encuestas proliferan hoy en las redes sociales, y es muy notorio que como se ha dicho en incontables ocasiones, la encuesta sea de quien la paga, sin importar la firma de la casa que las elabora.
Eso no quiere decir, de ninguna manera, que estas mediciones sean un ejercicio deshonesto per se , por el contrario, regularmente son fieles a las peticiones que les imponen quienes financian el ejercicio, lo cual distorsiona muchas realidades y enrarece los ámbitos electorales en muchas partes.
A un poco menos de dos semanas para la cita electoral, las mediciones brincan y bailan por todas partes. En unas hay candidatos derrotados por porcentajes muy altos, y en otras esos mismos personajes ganan con el mismo tanto por ciento, o más del que anunciaba su derrota en el otro ejercicio.
Los factores que juegan en esas encuestas son muchos, desde el lugar en donde se efectúan, los niveles educativos y/o socio-económicos, hasta las formas de preguntar y claro, las preguntas. Todo eso para obtener los resultados que se pretenden.
Sí, hay encuestas que son fieles a la realidad del lugar, el momento y la respuesta de la gente, pero esas regularmente se quedan al resguardo de quienes las mandan a hacer, son privadas. Las otras se publican y profundizan diferencias, pero sobre todo arman competencias ficticias que muchas veces derivan en actos de violencia, y casi nunca sirven para que los candidatos repiensen sus estrategias de campaña y hasta de gobierno.
Las muestras son evidentes. Las mediciones que se dice paga, por ejemplo, Acción Nacional, aseguran que en la contienda por las alcaldías de la Ciudad de México, el 50 por ciento de ellas pasará a sus manos. Dicen por ejemplo que la alcaldía Cuauhtémoc pasaría a formar parte de la reserva azul, al igual que Álvaro Obregón y Tláhuac.
Si eso se compara con las mediocres de Morena y algunas otras que han sido publicadas, la verdad cambia, y el partido en el gobierno gana hasta 15 –las más modestas hablan de 14– alcaldías y sólo dejan para la oposición Benito Juárez, lo único que queda del trazo panista que alguna vez pretendió abarcar una porción mucho más grande de la capital del país.
La duda habrá de despejarse hasta después de las elecciones, pero por lo pronto lo que se puede decir con mayor seguridad es que si las encuestas no existieran o no se publicaran, las contiendas serían más limpias, más libres y habría mucho menos confusión en el proceso de decisión del votante. Total, lo peor que podría pasar es que nada cambiara.
De pasadita
Hay un cuidado extremo en el diseño de la logística para el reinicio a clases presenciales. Las explicaciones del por qué, parecen tener lógica si se considera que el reencuentro alumnos-maestros tiene como justificación el medir los cambios y establecer las diferencias que deberán establecerse para el siguiente ciclo escolar.
Visto así, podría ser una ganancia de tiempo que ahora es, a todas luces, necesaria, y esto porque ni los alumnos ni los maestros son los mismos que al inicio de la emergencia sanitaria que tanto daño ha causado en muchos de los hogares de esta ciudad.
Sea como sea, resulta de mayor importancia que a los maestros se les instruya, pero ya, en el cómo deberán abordar una nueva realidad, tal vez de difícil adaptación. Ojalá así se esté dando.