No puedo darme a sorprendido con las respuestas, bastantes y diversas, que provocó en la multitud la idea de hacer una especie de corte de caja, de los pavorosos impactos noticiosos que han abrumado a una desconcertada, confusa, anonadada y vulnerable opinión pública (mundial) durante un año y demasiados meses.
Algunos lectores me dicen que ese mi afán de hacer un fichero con datos tan rudos, tan inhumanos, exhibe una tendencia personal al catastrofismo (lo cual no está tan lejos de la verdad), pero la mayoría consideró que presentar esas seis notas juntas tiene un efecto potencializador que a toda persona estruja y cimbra, tanto emocional como intelectualmente. Otros opinadores me dicen: los mismos datos que nos proporcionaste ya los había leído en el periódico o escuchado en la televisión o la radio. Me impresionaron entonces y los comenté en la casa y con los amigos, pero la llegada de otra noticia borraba la primera y cuando venía una más ya no causaba siquiera asombro ni sorpresa. Por eso cuando vemos esos seis datos tan infames juntos –me dice un universitario yucateco–, recibimos un rudo golpe que nos despierta, nos conmociona y nos abre la mente: tan terrible como la tragedia son las evidencias de que hay otras pandemias más letales y degradantes del ser humano que el coronavirus. Sí, ciertamente: la infame y denigrante desigualdad que priva en todos los ámbitos del planeta y que deja al descubierto que la cualidad esencial que debiera distinguir a nuestra especie de todas las demás formas de vida no existe, es una vergonzosa y flagrante mentira.
Pues si las seis cuestiones denunciadas los dejaron zaheridos, “con todo respeto les digo que tengo otros datos”. Me concretaré a mencionar solamente dos que tres, pues el tema de esta fecha, igualmente relacionado con los estragos pandémicos al que hoy quisiera pasar a referirme, ha ocupado mínima atención de los medios de comunicación, electrónicos o escritos, como tampoco de los estudiosos, letrados, profesionales, doctores, o séase los siempre poseedores de la verdad revelada. Seguramente porque estos asuntos los consideran la parte oscura y sórdida de la vida, los ocultan, los niegan, los reprueban, prohíben y, por supuesto, condenan. ¡Cretinos! Al sexo, al erotismo, al deseo, la carnalidad, las caricias y tocamientos, la sensualidad a los galopantes deseos y la maravillosa capacidad de fantasear debemos la existencia y, desde los inicios de ésta, los momentos más maravillosos que la hacen no sólo grata y agradecible (en muchos casos, que no en todos).
Pero como dijimos: vienen primero otros datos, a manera de amargo aperitivo. La muy acojonante primera información nos llega desde Ginebra (¿por qué se me llena de agua la boca si todavía no dan las 12?). Dice doña Samira Asma, subdirectora de Datos de la Organización Mundial de la Salud, apenas este sábado pasado: “se estima que las cifras reales de los muertos por Covid-19 son dos o tres veces mayores que las oficiales”. Esto significa que la pandemia ha causado, hasta la fecha, “aproximadamente de 6 a 8 millones de muertes directas e indirectas”.
Si estos datos no los inquietan ni los acalambran, ¿cómo reaccionarán ante estos otros?: Oxfam denuncia que las naciones pobres se ven obligadas a esperar “las sobras” que el grupo de potencias del G-7 decida reconocer como un excedente a sus reales necesidades, para convertirlas en una generosa donación a los desposeídos (en los orígenes, los dominados y expoliados). El propio primer ministro inglés Boris Johnson declaró que “no tenía sentido” inocular a sus propias poblaciones, mientras se dejaba que el virus se propagara y mutara en otros pueblos. Lawson, jefe de política de desigualdad de Oxfam, señaló: “cuanto más tiempo se niegue la protección a grandes franjas de la población mundial, mayor será la amenaza de que las mutaciones nos alcancen a todos [...] las naciones poderosas han asegurado suficientes vacunas para que cada uno de sus ciudadanos sean inoculados tres veces, mientras que en los países pobres aun no reciben la dosis primera” ('The Independent, Afp, Ap, Reuters y Europa Press).
Dos últimas informaciones de hace apenas cuatro días: 1. “Mientras en EU, durante la epidemia, casi la mitad de la población ha sido vacunada, en América Latina sólo 3 por ciento han recibido una sola dosis”. 2. Nos dice la redacción de este diario: “en lo que va de la pandemia, ya subió la riqueza de los quinientos millonarios más acaudalados”. Esto significa que 0.0001 por ciento de los terrícolas resultó beneficiado con la enfermedad y muerte de algunos millones de hermanos de especie.
Como ven, mi tema de hoy no logró un lugar en la fila. Espero no me suceda lo mismo el viernes 4 de junio, en que iré por mi segunda dosis de AstraZeneca. Ya hablaremos del “sexo en los tiempos de la cólera”.
Twitter: @ortiztejeda