Goma. Una serie de temblores sacudían el lunes la ciudad congoleña de Goma, inquietando a sus habitantes después de la erupción de un volcán el fin de semana, que arrasó las aldeas cercanas, desplazó a miles de personas y dejó al menos a 15 muertos.
GALERÍA: La lava del Nyiragongo se detiene a las puertas de Goma, en el Congo.
El caos se apoderó de Goma el sábado por la noche cuando el monte Nyiragongo, uno de los volcanes más activos y peligrosos del mundo, entró en erupción, enviando un derrame de lava humeante de unos 800 metros de ancho por su ladera hacia la ciudad de 2 millones de habitantes.
El flujo de lava se detuvo a unos cientos de metros de los límites de la ciudad, pero destruyó 17 pueblos en el camino, bloqueó una ruta principal a la ciudad y cortó el suministro de electricidad.
Las tiendas de Goma reabrieron brevemente el lunes, pero muchas volvieron a cerrar cuando los temblores se intensificaron y los residentes temían que pudieran desencadenar otra erupción. Dos reporteros de Reuters en la ciudad declararon que los temblores se producían cada 30 minutos.
Expertos en erupciones volcánicas dijeron a Reuters que los movimientos se deben a la realineación de las placas tectónicas tras la erupción, y que el riesgo de una segunda erupción es pequeño.
Pero las autoridades de Goma llamaron a la precaución.
El Ejército pidió a los padres que no enviaran a sus hijos a la escuela.
"En vista de los temblores, que se están volviendo más intensos, se pide a los padres que no envíen a sus hijos a la escuela hasta nuevo aviso", dijo el portavoz del Ejército Guillaume Ndjike.
Una delegación de ocho ministros llegó el lunes desde Kinshasa para supervisar la reconstrucción.
Quince personas murieron, entre ellas nueve en un accidente de tránsito durante la huida de los residentes, cuatro que intentaron escapar de la prisión de Munzenze, en Goma, y dos quemadas, dijo el gobierno.
Es probable que el número de muertos aumente considerablemente. Residentes que hablaron con Reuters dijeron que tienen familiares que han muerto por derrumbes o que están desaparecidos. Unicef calcula que hay 170 niños entre los desaparecidos.