Bogotá. Antes rivales irreconciliables en las canchas, hoy compañeros en la protesta social. Los hinchas de clubes con historial de largas enemistades en Colombia unieron sus voces para rechazar la realización de la Copa América 2021 que su país debía recibir junto con Argentina. Y lo consiguieron, los fanáticos y la población en general.
“¡No se juega, la Copa no se juega!”, gritaron seguidores de distintos equipos con pancartas que rezaban “Si no hay paz, no hay futbol” y lograron lo impensable.
Colombia perdió la sede por decisión de la Conmebol y los aficionados al futbol celebran lo que consideran un triunfo social, por encima de sus preferencias deportivas.
“Es un triunfo más del paro nacional”, afirma Óscar Murillo, integrante de la barra Disturbio Rojo del América de Cali. Se alegra por provocarle un “nuevo revés” al gobierno del conservador Iván Duque.
Colombia se mantuvo firme hasta el final en su deseo de acoger la competencia junto con Argentina, donde la pelota rodará a partir del 13 de junio, a pesar de estar inmersa en una severa crisis social que ha dejado decenas de muertos. Pero la Conmebol rechazó el jueves la solicitud del gobierno de Duque para posponer el certamen hasta “finales de este año” y aún no ha definido dónde se jugarán los partidos que iban a disputarse.
La semana pasada, decenas de fanáticos se plantaron frente a la Federación Colombiana de Futbol para repudiar la organización del torneo de selecciones más antiguo del mundo en un país en llamas.
Al menos 42 personas han muerto (un uniformado y 41 civiles) en el marco de las protestas reprimidas por la fuerza pública, según la Defensoría del Pueblo (Ombudsman).
La semana pasada, los encuentros América-Mineiro de Brasil y Junior-River Plate en Barranquilla fueron detenidos varias veces por los gases lacrimógenos empleados para dispersar a los manifestantes en los alrededores del estadio. Las imágenes ya habían puesto en duda que el país estuviera en capacidad de albergar la Copa América.
No obstante, el gobierno no acepta que la protesta social haya tumbado la Copa América, que Colombia acogió y conquistó en 2001 también en un ambiente enrarecido por la violencia.
La solidaridad en la protesta de quienes han sido enemigos dentro y fuera de la cancha llama la atención. Los rojos del América de Cali e Independiente Santa se mezclaron con el azul de Millonarios.
“No fuimos sólo las hinchadas, casi todo el pueblo se unió”, aseguró Felipe Muñoz, líder de Los del Sur del Atlético Nacional de Medellín, donde también se movilizaron.
“Celebramos la caída de la Copa América en Colombia, como fieles apasionados del futbol, algo contradictorio, pero primero está nuestra tierra”, festejaron en Facebook los Comandos Azules, una de las barras más numerosas de Millonarios.
La obstinación del gobierno con la Copa aumentó la ira de los manifestantes. Los reclamos contra la pobreza, la desigualdad y los abusos policiales también tocaron el nervio de los aficionados del deporte más popular del país.
Las hinchadas, explica Murillo, se identificaron con quienes protestan en las calles, en su mayoría menores de 30. “Gran parte de las personas que integran las barras futboleras populares son precisamente jóvenes entre los 18 y 30 años”.
No es usual que las barras en Colombia, protagonistas del pasado de riñas y violencia, marchen a un mismo son, las protestas de estas semanas son “el momento en que más unidos hemos estado”, agregó.