México es una “potencia mundial en música popular”, que ya está logrando un nivel de desarrollo estético “que no tiene nada que envidiar a la clásica”, afirma el musicólogo Rubén López Cano, integrante del comité de selección del primer número de la Colección de Cuadernos Digitales de Música.
En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fueron “astutos al admitir que no puede haber un volumen de música mexicana donde la vertiente popular no esté representada”, sostiene en entrevista desde Barcelona el investigador, quien también acompañó la edición de los nueve trabajos seleccionados, mismos que ya están en línea (https://bit.ly/34ep3GZ).
López Cano (CDMX, 1966) destaca que “la música popular en Iberoamérica y América Latina ha dependido mucho de México para difundirse. “Estamos llegando a nuevos niveles. Ya hay conservatorios de mariachis; muchos grupos de música popular, de jazz, de rock están pasando procesos de formación superior en escuelas”.
Refiere que la convocatoria es una respuesta de Música y de Difusión Cultural de la UNAM a la suspensión de conciertos obligada por la pandemia. Así lanzaron el concurso que para “reflexionar sobre aspectos de música mexicana” y que devino volumen dividido en tres secciones que versan sobre la creación en las proximidades de la Revolución Mexicana, música contemporánea y expresiones populares.
José Wolffer, titular de la dirección universitaria de música “me comentó que tenemos que inventar algo y seguir difundiéndola”. El resultado fue la convocatoria de esta colección.
“Me parece muy sano que nuevas voces se sumen a la reflexión de la música y que den su punto de vista con esos matices que no son comunes en los centros neurálgicos. La gran mayoría son estudiantes de posgrado, algún antropólogo recién egresado, alguien vinculado con el periodismo.
“Este ejercicio está revirtiendo esta situación tan desafortunada de la pandemia, pues aprovecharon para proponer y empezar algo distinto que cumpla con la misión que tiene esa dependencia.”
Entre los temas, menciona que le parecen interesantes los trabajos ganadores, como el de Ricardo Lomnitz, “que hace música interespecies, de los animales y del entorno. Lo aterrizó en un terreno muy novedoso. Luego está la presencia de las mujeres, en lo que México va atrasado.
“También hubo bastantes escritos sobre Julián Carrillo, el gran compositor de principios del siglo XX, vanguardista e innovador. Hubo uno que trataba el tema racial y de cómo él tenía un estigma en México, y de cuando se fue exiliado a Estados Unidos: era el indio prodigio que toca a Beethoven.”
Rubén López hace hincapié en que al ser “otra generación y una publicación que se pretendía divulgativa, más desenfadada, permitió que se abordaran temas y perfiles de ciertos aspectos de la música mexicana que no son comunes en la bibliografía más experimentada, reconocida u oficial”.
Los sonideros y el reguetón tienen su lugar
Mencionó a los sonideros y el reguetón, que “son vilipendiados en la cultura más solemne. Desde el punto de vista de la academia, que se interesa por fenómenos antropológicos donde la gente con los recursos que tiene construye identidad a partir de las músicas más diversas, son fenómenos extraordinariamente importantes”.
El de los sonideros es relevante, señala López Cano, por ser “uno de los pocos espacios que se ha construido desde lo más popular en México para dar cabida a la alteridad de género.
“Gays, travestis y transexuales han tenido ahí un lugar, importancia y valor para expresar sus deseos corporales, espirituales y emocionales mucho antes de que hubiera políticas de género en el Estado mexicano.”
Respecto del reguetón, López Cano sostiene que “es un aspecto muy bonito que está saliendo mucho en Latinoamérica, que ha tendido a negar la raíz negra. Los autores nos recuerdan que el reguetón es una expresión hipersexual que no sólo es de mal gusto, sino que representa los valores de un grupo étnico que forma parte de nosotros.
“Estos chicos rescatan el origen contestatario del reguetón y la vertiente cultural que si molesta a las altas esferas, lo siento mucho, pero hay una parte importante de nuestra cultura que se expresa así, que manifiesta así su deseo y su libertad corporal.”
Para Rubén López Cano, el libro “está bastante bien balanceado con música docta, académica, consagrada y músicas ruines, como dicen algunos colegas brasileños, que, aunque son vilipendiadas, rechazadas por la alta cultura, son importantísimas para sectores muy extensos de mexicanos”.