Madrid. La Delegación del Gobierno español impidió ayer un nuevo ingreso masivo de migrantes en Melilla, mientras en Ceuta se elevó a 7 mil el número de ciudadanos marroquíes expulsados o que regresaron voluntariamente a su país tras entrar a la ciudad autónoma entre la madrugada del lunes y la tarde del miércoles, en un número que se estima entre 8 mil y 10 mil, quienes llegaron al enclave bordeando el espigón marítimo del Tarajal a razón de 90 personas por minuto.
“Esta madrugada se han producido en Melilla algunos intentos de entrada por el perímetro fronterizo, algunos de ellos con empleo de la violencia contra los agentes, pero todos ellos han sido repelidos por las fuerzas de seguridad”, precisó la Delegación del Gobierno en un comunicado.
En Ceuta tampoco se produjo ninguna entrada en las horas recientes, y sigue activo el proceso de devoluciones de migrantes a Marruecos.
Desde el jueves, las fuerzas de seguridad se dedican a localizar a al menos mil migrantes que deambulan por las calles con el propósito de gestionar la atención a menores de edad no acompañados y expulsar a los adultos, a quienes Marruecos se ha comprometido a admitir en grupos de hasta medio centenar, para los que abre la frontera cada dos horas.
Hay aún unos 800 migrantes agrupados en módulos prefabricados que sirven como albergues provisionales en instalaciones de Ceuta. Este número se incrementará a medida que se capture a los indocumentados que están en la calle, lo que obligará a habilitar nuevas instalaciones de alojamiento dentro de los enclaves de Ceuta y Melilla, que además asumieron la tutela temporal de 200 niños y adolescentes.
El ministro del Interior del gobierno de España, Fernando Grande-Marlaska, viajó ayer a Melilla para coordinar un nuevo refuerzo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en la frontera con Marruecos. Se informó que el ministerio trasladó a 40 nuevos agentes de la Guardia Civil, que se sumaron a los 20 efectivos enviados en la semana previa y a otros 50 agentes de la Policía Nacional.
Madrid activó el viernes el despliegue de las fuerzas armadas para apoyar en la vigilancia de las vallas a través de las cuales los migrantes subsaharianos tratan de ingresar a España.
El drama no cesa
Sin embargo, el drama de los migrantes continúa. Un joven marroquí devuelto la semana pasada a su país volvió a intentarlo: escaló un muro de más de 10 metros en el puerto de Ceuta y de ahí trató de saltar hacia un barco atracado en el que quería entrar de nuevo al enclave, pero se precipitó al vacío y murió horas después en una unidad de cuidados intensivos. Otro migrante sufrió una brutal golpiza con un bate de beisbol en las calles de Ceuta y se encuentra hospitalizado.
Estos incidentes se suman a los de dos personas que murieron ahogadas cuando intentaban cruzar a nado la frontera y al migrante que se encuentra grave y en tratamiento sicológico después de que intentó suicidarse colgándose de un puente peatonal en la frontera del Tarajal.
Los más de 7 mil repatriados a Marruecos han pasado por el polémico método de las “devoluciones en caliente”, en el cual no hay ningún expediente administrativo o judicial, y que en el pasado criticaron con dureza los dos partidos que forman parte del actual gobierno español: el Partido Socialista Obrero Español y Unidas Podemos.