Galle es una pequeña ciudad amurallada localizada al sur de Sri Lanka cuyo legado histórico la hizo acreedora a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988.
Está ubicada en la zona costera a 125 kilómetros de la capital Colombo. La afluencia turística se registra como una de las mayores del país al combinar elementos de clima favorable, sol y playa, así como un peso histórico ligado a su pasado colonial europeo. Se independizó de Gran Bretaña en 1948.
la historia de esta ciudad está unida a un destino en que diferentes potencias europeas controlaban diversas regiones del país.
En el caso de Galle, la impronta holandesa es visible en los recorridos que se hacen por la ciudad con pintorescas construcciones, angostas callejuelas plagadas de comercios y el mercado holandés de alimentos, cuya oferta de frutas y verduras es cosecha del propio país ante la generosidad del clima.
Innumerables bares y restaurantes con una amplia oferta de gastronomía local y europea, locales de atractivas artesanías de diferentes países asiáticos, figuras de Buda de los más diversos materiales y dimensiones –el budismo es la religión predominante en el país– invitan a realizar un recorrido en el que se corre el peligro de alargarse hasta altas horas de la noche y quedar con los bolsillos vacíos al caer en las redes de la seducción consumista.
El dominio holandés se extendió históricamente en esta región entre 1658 y 1796. Una compañía comercial defendía los intereses del transporte a través del océano Índico. De ese tiempo data el mayor de los atractivos de la ciudad: un fuerte cuyo estado de conservación es parte del financiamiento que la urbe recibe como patrimonio histórico.
En él se aprecian las perforaciones para los cañones, que en ese entonces defendían la zona de ataques exteriores. El faro se levanta como el punto de partida, una pequeña playa, algunas casas alrededor emulan la arquitectura holandesa, una mezquita y una torre con un reloj que parece haber detenido el tiempo en que Galle era un estratégico punto de partida hacia Europa.
Un paseo por el fuerte de Galle o tomar el sol en una las playas aledañas como la de Hikkaduwa se encuentran en los primeros lugares de la lista de atractivos turísticos a visitar en el país. Los vendedores ambulantes ofrecen artesanías o artículos de la época colonial, la cálida brisa persistente, propia de la costa, y la vista desde el faro hacia la inmensidad del mar completan una inolvidable experiencia para el visitante.
Alia Lira Hartmann, corresponsal