El pasado lunes la lectura de La Jornada ofreció varios motivos de gozo. Por una parte, la eliminación del América en una lucha que podría ser la de Goliat contra David. Desde que el Guadalajara, que fue ilusión de un gran sector de la pobrería mexicana, se convirtió en basura y ya no podemos aspirar a que gane nada, gracias a sus dueños y directivos, el único consuelo que tenemos es que pierdan sus rivales acérrimos.
Pero hubo otra noticia muchísimo mejor: la derrota en Chile de los antaño llamados momios , encabezados por el neopinochetista Sebastián Piñera, la cual dará lugar a que se supere de una buena vez la porquería que regó en ese país el golpe de Estado que asestaron los gringos llevándole la mano a un gorila de la mejor estirpe.
Se hace realidad el canto, ya aludido en el título de la Unidad Popular de 1973: “desde el hondo crisol de la patria/se levanta el clamor popular”, y que sigue: “ya se anuncia la nueva alborada/todo Chile comienza a cantar”.
El pueblo le quitó la voz a quienes seguían medrando de resabios semiseculares golpistas y otros, dizque de la “izquierda atinada”, como la llamó López Mateos, que continuaban “haciendo como el tío Lolo”.
Se acabó en la costa del Cono Sur la confianza en los partidos tradicionales y, sobre todo, en el sistema neoliberal que en México podemos reconocer como “neoporfirista”.
Se les llama “independientes” a quienes van a predominar en el Congreso Constituyente a cuya convocatoria fue obligado a la brava el actual gobierno por muchos miles de luchadores callejeros, aplastados en varios actos represivos.
Alienta que la derecha chilena aparenta estar más dispuesta a escuchar el “clamor popular”. Al menos así lo da a entender la dirigencia del partido que, siendo el baluarte del gobierno actual conservador, tiene el cinismo de llamarse de “Renovación Nacional”.
Piñera demostró una calidad de la que carece mayormente la derecha de otros países. Su conclusión es categórica: “estamos siendo interpelados por nuevas expresiones y liderazgos”. En efecto, ha resultado claro que el gobierno no está sintonizado con las demandas libertarias mayoritarias. ¡Lástima que haya costado tanto hacérselo entender!
También es alentador que la izquierda dogmática tradicional esté quedando fuera de la jugada. Es evidente que “la nueva alborada” debe partir de conceptos adecuados a las circunstancias actuales, aunque haya principios fundamentales que no tienen por qué cambiar: el del respeto a la voluntad de la gente y la necesidad de construir una sociedad menos desequilibrada, como ocurrió tanto en Chile en las últimas décadas, en México y no pocos países más.
Me gustó una expresión que nos trajo Aldo Anfossi a La Jornada , al parecer tomada de un académico de la Universidad de Talca, en Chile se está produciendo un “terremoto electoral” pero no de los que suelen suceder con frecuencia, sino es el hundimiento de partidos vetustos y “el alza de ciudadanos independientes”.
En efecto, se abre de nuevo la posibilidad de que todos juntos seamos la Historia.
A mis amigos asesinados en 1973.