Ella, espera una llamada de su novio, pero en su realidad, se debate entre la vida y la muerte, pues revive a los fantasmas que la atormentaron, hasta el punto de convertirse, en una suicida en potencia.
Que no se culpe a nadie de mi muerte, es una tragicomedia donde Valeria Vera, encarna a un personaje sin nombre, pero también a aquellas mujeres que arruinaron su vida: su abuela, su madre, su hermana y la monja que le dio clases de catecismo.
El monólogo, dirigido por Andrés Tena, que se trasmitirá por la plataforma Teatrix, del 20 al 23 de mayo, devela la historia de una mujer que permanece en espera de una llamada, la cual cambiará por completo el rumbo de su destino. En esta obra, el dramaturgo Humberto Robles, evidencia la condición de ser mujer en esta sociedad y los problemas que implica mediante una fuerte crítica social.
Valeria Vera explicó: “A todos estos elementos les pongo el símbolo de lo que es la familia, el patriarcado, el machismo, la falta de amor propio, la educación religiosa y el abuso de sustancias; todas estas historias que nos prestan los personajes para hacerlos visibles, están llevando a Ella, a tomar una decisión que versa en quitarse la vida”.
En esta tragicomedia, prosiguió Vera, Ella se sumerge en pensar en qué la llevó a ser una posible suicida: un abuso sexual, la discriminación, los problemas de drogadicción o alcoholismo.
La última hora de Ella trae angustia, pero a su vez una gran carga de humor negro. “Esta mujer es la única que lleva el estado de naturalidad y realismo, además de los otros personajes que remiten a la ficción; pero también soy yo y supongo que otras personas que verán” la pieza teatral.
Vera puntualizó: “No conozco a nadie que se haya quitado la vida por exceso de amor o por tener una buena relación; pienso que el querer irnos de este mundo, es porque no disfrutamos la vida, no vemos todo lo maravilloso que tenemos”.
En mi caso, afirmó la actriz, “soy una amante de la vida y de andar por todos lados, con el cuidado necesario que también merece mi persona, pero me siento muy contenta y orgullosa de pertenecer a un grupo de artistas que siguen vivos contando historias, por medio del teatro”.
En segundo lugar, “por la oportunidad que tengo de visibilizar una causa, que aunque no es la mía, sí es de millones de personas que están en ese estado, atravesando por la pérdida de alguien o sufriendo por este tipo de abusos”.
Aunque son temas duros los que se abordan en la obra, Vera sabe que “la risa apoya mucho a la reflexión; pero estas problemáticas seguirán latentes, si no las detenemos, si no nos damos cuenta de quienes somos, de no saber qué queremos, de poner límites o pedir ayuda”.
Se piensa, agregó la actriz, que solicitar auxilio es de débiles, pero “para mi significa todo lo contrario, es de valientes, de personas que quieren sentirse mejor; lo cual implica ir a terapia o decirle a quien más confianza le tengas: ¡Ayúdame, ya no puedo!”
Además “somos una sociedad con alto índice de soberbia y ego; y ante eso nos vamos cegando. Así vamos llenando el hueco y los vacíos, con remordimientos que se convierten en miles de cosas, como el abuso de sustancias o violencias física o verbal”.
Que no se culpe a nadie de mi muerte, se estrenó hace ocho años y –dijo la actriz– en cada temporada, el público la ha recibido con agrado, pues había sido en formato de cabaret. Ahora apreciar el monólogo por streaming (bajo demanda), agregó, será otra experiencia, gracias “a este nuevo lenguaje teatral -televisivo” donde “festejaremos la vida visibilizando la muerte”.