Ciudad de México. Los sueños son iluminadores, explicativos, una sustancia de la vida donde afianzarse, dice la escritora Bárbara Jacobs (Ciudad de México, 1947), quien por fin, luego de mucho tiempo de trabajar en ese proyecto, da a conocer Días de tu vida, novela dedicada a su hermana Patricia, fallecida hace siete años.
En el libro narra, precisamente, que alguna vez soñó con ella, aparecida en una luminosa imagen, “como si esperara la publicación de este trabajo para acabar de despedirse”. Es así como la literatura que se forja en la pluma de la autora construye el tronco firme del árbol creativo que la sostiene ante la ausencia de seres queridos (en marzo despidió a su esposo, el artista Vicente Rojo, fallecido el 17 de ese mes).
La parte central del relato es un monólogo, que se basa en una charla que Patricia sostuvo en sus últimas horas de vida con una amiga reportera, quien grabó sus palabras. Se trata de “un flujo, una catarata de vivencias de todo tipo”, explica Jacobs al inicio del libro.
En esa introducción, la también articulista de La Jornada detalla el porqué de la “extraña puntuación” del texto que se inicia así: “mientras unos brazos te dejan otros te están esperando. iba a titular así la novela que iba a escribir. que empecé a escribir. que ya no me dio tiempo de escribir”.
Dice Bárbara que su hermana sostenía “que nadie hablaba con mayúsculas, y ella escribía cartas sin mayúsculas, o apuntes, o incluso una novela inconclusa, o recordatorios, o poemas, o diálogos que le divertía registrar o, para acabar, simplemente lo que fuera, ideas sueltas, listas de quehaceres pendientes, direcciones, y que lo capturaba sobre papel, en efecto, tal como ella hablaba. Especialmente, sin mayúsculas”.
En entrevista con La Jornada, la escritora aclara que si bien los datos de la novela son reales, se trata de “una memoria ficticia, porque la reportera es quien toma el monólogo de la protagonista del relato, que está en vísperas de morir y suelta lo que piensa y siente, todo revuelto, como es la vida, con asociaciones. Todo es real, pero tratado con los instrumentos literarios de la ficción, pues sólo de esa manera sentí que lo que quería contar cobraba la forma que debía tener.
“Cuando quieres contar algo, el relato debe encontrar su forma para que se consolide. La prueba son las versiones anteriores que tengo de la novela, ahí estaban los hechos, pero estaba muerto el libro. Luego de siete años de trabajo, finalmente encontré hace tres la forma definitiva de contarlo, y dejé reposar el manuscrito otro año más.
“Cuando lo retomé, con un sistema ideado en ese momento, incorporé las notas que había tomado, a lápiz o pluma, en el tiempo que estuvo reposando, y volví a formar el texto hasta que sentí que estaba listo. Ya cumplí con el sueño que tuve de mi hermana. Ahora que ya está publicado, espero la vuelva a soñar para que me venga a decir si le gustó.
“Quizá suene dramático, pero pienso que, como libro, es lo último que voy a escribir en mi vida. Hace tres años, por un problema físico fuerte que tuve, me puse varios puntos que debía procurar alcanzar antes de morir; es decir, me propuse mantenerme viva para alcanzar esos puntos. Aguantar.
“Uno de ellos era ver publicada esta novela, y ya está. Los otros puntos también ya están cumplidos. Es dramático decir que es el último libro que voy a escribir, porque es mañosa la respuesta, pues tengo cajas y carpetas de libros en proceso, recopilaciones de algo que publiqué aquí o me pidieron allá, y textos de otros temas.
“Pero ya no pienso tomar uno de ellos, pulirlo y entregarlo a mis editores. No. Sólo los dejaré listos. El entusiasmo, la ilusión, todo eso que se tiene cuando uno va a publicar un libro, ya no lo tengo. Los otros libros pueden esperar el tiempo que sea.”
Con Días de tu vida, señala la presentación de la novela, “Bárbara Jacobs no sólo realiza un entrañable homenaje póstumo a la protagonista y narradora de su relato, sino que consigue atrapar, como nadie más lo ha hecho, la respiración, el tono y el ritmo de esa voz de la agonía en un lenguaje narrativo inédito”.
La autora comparte que tiene sentimientos encontrados ante la publicación de esta obra, pues si bien está contenta, “habría estado realmente feliz si Vicente la hubiera visto; tenía mucha ilusión”. Ante las ausencias que duelen, la literatura no es sólo el tronco que la sostiene, “sino mi forma de comunicación, de vivir, de mantenerme. Voy a dejar limpias, listas, las recopilaciones, pero ya no tengo pendientes; después de 21 libros publicados, Días de tu vida es la cereza del pastel; ¡ya son demasiados!, como me decía mi otro maestro, Tito Monterroso”, concluye.