Madrid. Decenas de agentes antidisturbios marroquíes fueron desplegados en la frontera con España el mediodía de ayer, luego de que unos 8 mil migrantes africanos, la mayoría marroquíes, cruzaron a nado hasta la ciudad de Ceuta la madrugada del lunes.
La mitad ya fueron devueltos a Marruecos con el polémico mecanismo de “devoluciones en caliente”. Unos mil 500 de ellos son menores de edad, y una persona se ahogó en su intento por llegar al enclave español.
Para reforzar el enclave norafricano se enviarán más policías, mientras los equipos de extranjería trabajarán 24 horas para “agilizar los trámites” que llevarán a los migrantes de regreso a Marruecos, explicó el ministerio del Interior.
A última hora de la tarde de ayer la situación parecía haberse calmado del lado marroquí, tras la llegada de refuerzos policiales que lograron alejar de la frontera a los jóvenes que pretendían cruzar.
Los cientos de indocumentados que se habían juntado cerca de Ceuta se dispersaron por la ciudad fronteriza marroquí de Castillejos.
En Ceuta, el flujo de migrantes se mantuvo desde el lunes hasta las primeras horas de la tarde de ayer, con grupos que fueron llegando a nado del lado marroquí, pese al despliegue de la policía y el ejército español en la zona, constató un fotógrafo local, reportó la agencia de noticias Afp.
Decenas de vehículos militares fueron desplegados en la playa ceutí del Tarajal, donde llegaron a concentrarse cientos de migrantes.
Los agentes policiales apenas los dejaban sentarse un rato en la arena, antes de conducirlos nuevamente hasta la valla que separa ambos territorios y expulsarlos.
Algunos, al ser devueltos, suplicaban por quedarse. “Por favor, no tenemos nada, somos estudiantes, queremos una vida nueva”, decía uno de ellos.
Las fuerzas españolas lanzaron gas lacrimógeno para dispersar a los indocumentados, mientras la policía marroquí interceptó a grupos que trataban de franquear la valla metálica.
“Muchos de nuestros amigos consiguieron pasar, nosotros vinimos más tarde, en cuanto nos enteramos, lo intentamos a través de la montaña, pero la policía nos bloqueó”, contó Amal, de 18 años, que llegó de un pueblo cercano con su hermano y dos amigos.
“No tengo miedo a la muerte, lo que me da miedo es morir aquí, pobre”, cuenta Amal. Como miles de jóvenes marroquíes, esta chica se precipitó el lunes al puesto fronterizo de Castillejos, con la idea de llegar a Ceuta.
Extenuada, pálida luego de intentar el cruce toda lo noche, Amal no llegó al final de “la aventura”, las fuerzas de seguridad marroquíes le impidieron el ingreso a Ceuta en la madrugada.
España tiene dos ciudades autónomas en el norte de África, Ceuta y Melilla, las únicas fronteras terrestres entre Europa y África.
Nunca antes se había visto un flujo de migrantes masivo y, al parecer, tolerado por la policía fronteriza del régimen de Mohamed VI de Marruecos.
Ceuta, con una población de 70 mil habitantes, tuvo que decretar un estado de sitio ante la ola de llegadas, cientos de voluntarios de la Cruz Roja atendieron a los migrantes, muchos de ellos con síntomas de deshidratación o algunas lesiones por la larga travesía para llegar a Ceuta.
El presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, canceló su agenda y viajó hasta el enclave para hacer frente a la crisis, pero fue recibido con abucheos e insultos.
Sánchez manifestó que su “prioridad en este momento es devolver la normalidad a Ceuta. Sus ciudadanos y ciudadanas deben saber que cuentan con el apoyo absoluto del gobierno de España, que tiene la máxima firmeza para velar por su seguridad y defender su integridad ante cualquier desafío”.
Añadió que había “hablado con diferentes actores políticos, tanto españoles como europeos, para atender la situación de manera coordinada. La prioridad es garantizar el control del tránsito en la frontera con Marruecos y dotar a Ceuta y Melilla de los medios necesarios para solventar la crisis”. Además, el presidente español aprobó una ayuda urgente a Marruecos por 30 millones de euros, que será destinada al control migratorio.
Sin futuro
Las desigualdades sociales ya eran profundas en Marruecos, pero con la pandemia la situación empeoró. La pobreza se multiplicó por siete en este país de 36 millones de habitantes, de acuerdo con el Alto Comisionado de Planificación (HCP), a cargo de las estadísticas.
El cierre de las fronteras desde hace 15 meses y la decisión de las autoridades marroquíes a finales de 2019 de acabar con el contrabando (que servía de sustento a toda la región), dejaron a miles de personas sin ingresos.
La llegada masiva de migrantes y el despliegue de más agentes fronterizos de Marruecos derivaron en un conflicto diplomático con España, que se agravó con la llamada a consultas de la embajadora marroquí en Madrid.
En respuesta, Marruecos llamó a consultas a su embajadora en España, Karima Benyaich, quien volverá en breve a su país.
La falta de celo de los agentes fronterizos marroquíes durante la crisis se atribuyó a las malas relaciones que mantienen desde hace tiempo ambos países.
Los vínculos se tensaron luego de que España autorizó, por razones humanitarias, el traslado a un hopistal de Logroño de Brahim Ghali, uno de los líderes históricos del movimiento independentista del Sahara Occidental del Frente Polisario, quien enfermó de Covid-19.
Su ingreso se hizo con un documento falso expedido por Argelia y sin que se notificara de la situación al gobierno marroquí, lo que habría aumentado la tensión diplomática entre Madrid y Rabat.
El ministro de Derechos Humanos y Relaciones con el Parlamento, Mustafá Ramid, señaló que España “sabía que el precio por subestimar a Marruecos es muy alto”, en referencia a que el país no haya cumplido con “la buena vecindad” al “acoger” a Ghali.
“La recepción de España del líder de las milicias separatistas del Polisario, bajo una identidad falsa, sin tener en cuenta las relaciones de buena vecindad que requieren coordinación y consulta, o al menos cuidando de informar a Marruecos, es un acto irresponsable y totalmente inaceptable”, acusó Ramid en Facebook, reportó Europa Press.
El Frente Polisario negó que la crisis migratoria en Ceuta tuviera alguna relación con la acogida de Ghali en España.
Por lo pronto, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, manifestó “su apoyo y solidaridad” con España tras la llegada irregular de miles de indocumentados a Ceuta desde territorio marroquí, al tiempo que se unió al aviso lanzado por Bruselas para recordar a Rabat que la frontera de la ciudad autónoma es también frontera con la Unión Europea.
En este contexto, más de 50 migrantes se ahogaron frente a las costas de Túnez, mientras otros 33 fueron rescatados por trabajadores de una plataforma petrolera, informaron desde el Ministerio de Defensa de Túnez. Este es el quinto barco que se hunde en las costas tunecinas en lo que va de año.
Con información de Afp