Lo que hoy vivimos tiene su historia. Han pasado 15 años desde que Enrique Krauze escribió su artículo sobre “El mesías tropical” ( Letras Libres, 30/6/06: https://cutt.ly/IbNWgAU) que circuló profusamente en los medios y que terminó siendo enviado por el gerente de Banamex a sus decenas de miles de clientes. Tuve la dicha de refutar ese artículo en un ensayo publicado en La Jornada (15/12/06: https://cutt.ly/LbNWmQ1) bajo el título “Todos somos mesías tropicales”, el cual fue respondido por el propio Krauze y contrarrespondido por quien esto escribe. En mi crítica demostré que el ensayo de Krauze aparentemente fundado, en realidad era un complejo montaje ideológico dirigido a generar temor entre las élites invocando los peligros de lo tropical, lo salvaje, lo selvático, lo pasional, percepción que proviene del racismo europeo. En mi ensayo escribí: “Nada peor para las élites, tras 24 años de aplicación continua de recetas neoliberales a los males del país, que la aparición de un dirigente tropical nacido entre las selvas, identificado con un pez de los pantanos de una región indígena, entrenado en las escuelas públicas y enrolado como profesionista con las luchas sociales de los mas necesitados”.
El artículo de Krauze marcó el inicio de un linchamiento que continúa hasta hoy por parte de las élites reaccionarias de intelectuales, artistas, periodistas, científicos, ambientalistas, etcétera. Y algo más. Permite trazar y seguir tres procesos. El primero es sencillo y contundente: el “mesías tropical” terminó convertido en el Presidente de México (con un apoyo a mayo de 2021 de 63 por ciento). El segundo es que en ese lapso se han unificado, extraña y cándidamente, las fuerzas y las posiciones ideológicas que antes se enfrentaban en las arenas públicas, académicas y políticas. La rabiosa batalla que por esos tiempos presenciábamos entre los dos mayores caudillos de la intelectualidad mexicana (E. Krauze y H. Aguilar Camín) terminó disolviéndose en una romántica unión ideológica. Lo mismo sucedió con las cuatro revistas de mayor presencia: Letras Libres, Nexos, El Machete (del Partido Comunista de México) y Este País: sus directores hoy se presentan unidos en un frente contra el gobierno de la 4T.
La cúspide de este fenómeno lo marca la unión increíble y obscena de PAN, PRI y PRD. Todo lo anterior es indicativo de la terminación de una gran farsa, de un carnaval ilusorio. Los miembros de la “sociedad civil”, los defensores de la “libertad de expresión”, la “democracia” y las “instituciones” se fueron gradualmente quitando las máscaras, sus disfraces, túnicas, togas y uniformes, sus maquillajes, gestos, poses, para quedar desnudos frente al país y la historia como simples defensores del régimen neoliberal y sus partidos, e incluso sugiriendo derrocamientos y actitudes golpistas. Todos avalando el saqueo que una minoría hizo de la nación.
El tercer fenómeno atañe a la secuencia de manifiestos que fueron apareciendo en estos años. Hay una sorpresiva similitud y continuidad entre los abajo firmantes de, por ejemplo, el manifiesto del 3 de agosto de 2006 convalidando el fraude electoral (acompañado por el número 93 de Letras Libres, “Izquierda perdida”) y el del 15 de julio de 2020 (“Contra la deriva autoritaria”). Este último ilustra el espectáculo de calumnias y mentiras, verdades a medias y afirmaciones sacadas de contexto, donde el Presidente del país aparece como un sembrador de odio, lesionador de organismos autónomos, que humilla al Poder Judicial, golpea a las instituciones, socava la libertad de expresión y es, además, antifeminista y antiambientalista. Un análisis mínimo revela que de los 667 firmantes, 587 son personajes desconocidos o miembros de las familias de sus principales promotores identificados por sus apellidos. De los 80 restantes aparecen 18 colaboradores de Letras Libres, 10 de Nexos, 15 científicos y médicos ex funcionarios de los regímenes anteriores, siete poetas encabezados por Javier Sicilia, y los nombres de los más conocidos promotores de la derecha intelectual: D. Dresser, M. A. Casar, R. Bartra, R. Cordera y J. Woldenberg. El último personaje identificado en esa lista es el del empresario Claudio X. González, actor clave para lograr la unidad política de las que fueron durante medio siglo las tres fuerzas mayores de la supuesta “democracia mexicana” (ver: A. Delgado, Sin Embargo, 10/5/21; https://cutt.ly/ebNExMe). En su último artículo (“Un gobierno destructor”, Letras Libres, 1/7/20) E. Krauze ya no llama mesías tropical al Presidente de México, sino déspota fracasado, un presidente que ha destruido, arrasado, diezmado, dilapidado, envenenado, minado, todo lo bueno del país: el demonio mismo. Sus epítetos y adjetivos reflejan una rabia acumulada por 15 años. Señal Sancho de que la 4T sigue avanzando.