Torreón, Coah., El Estado mexicano pidió perdón por la masacre de 303 migrantes chinos, el 15 de mayo de 1911, un episodio de la Revolución descrito por los descendientes de quienes sobrevivieron como “uno de los pasajes más oscuros de la historia” de México y que inauguró “la violencia explícita” que se extendió por más de dos décadas contra la comunidad cantonesa.
En la ceremonia, el presidente Andrés Manuel López Obrador consideró que la petición de perdón obliga a asumir la responsabilidad y culpa, pero también a aceptar el compromiso con el pueblo y la República Popular China de que el Estado mexicano no permitirá nunca más el racismo, la discriminación y la xenofobia.
En tanto, el embajador de ese país en México, Zhu Qingqiao, manifestó: “La sombra de lo que pasó en Torreón ya se ha disipado”.
Enseguida delineó: “Sin embargo, en algunos lugares de este planeta todavía existen racismo, xenofobia, odio y violencia contra las minorías étnicas que, debido a la discriminación, son frecuentes y preocupantes en algunos países”.
La ceremonia para condenar la matanza ordenada por el general Benjamín Argumedo –en aquel momento maderista– se realizó en la explanada del Bosque Venustiano Carranza.
Ahí, el presidente López Obrador cuestionó los pasajes más vergonzosos de la persecución a chinos, que se tradujo hasta en frases despectivas de uso cotidiano.
También agradeció “de todo corazón” el respaldo de la República Popular China a México por el envío de vacunas contra el coronavirus. “Nunca vamos a olvidar la fraternidad de China en los meses amargos y angustiosos de la pandemia”, dijo.
Sergio Ley López, ex embajador de México en China, fue el encargado de pedir perdón en nombre de México.
El arquitecto es hijo de Lee Fong, quien cambió su apellido a Ley, adoptó el nombre de Juan, fundó en la capital de Sinaloa la Casa Ley –actual cadena de supermercados– y compró el equipo de beisbol Tomateros de Culiacán en 1965.
Definió que el asesinato masivo del 15 de mayo de 1911 fue el episodio “más grave, pero no el único” contra la comunidad china, en una persecución que se prolongó hasta la década de 1930.
López Obrador relató que el asesinato de migrantes se trató de un “pequeño genocidio”, que acabó con casi la mitad de la colonia cantonesa, y expresó su pesar y tristeza de que, para robar sus negocios y por racismo, se cometieron asesinatos impunes y se justificó “la nueva atrocidad”.
En Sonora se abrieron clubes antichinos, se inició una campaña en su contra fomentada desde el gobierno de Plutarco Elías Calles y el Partido Nacional Revolucionario, origen del Partido Revolucionario Institucional (PRI), tomó la bandera del “antichinismo”.
Se remontó también al contenido del programa del Partido Liberal Mexicano de 1906, encabezado por los hermanos Flores Magón –referentes históricos del Presidente–, que incluye un “párrafo vergonzoso que mancha la memoria, la congruencia y la honestidad de estos dirigentes”.
Esto es, la proclama para prohibir la migración china como “medida de protección a los trabajadores de otras nacionalidades, principalmente de los mexicanos”.