Ciudad de México. A más de un año de trabar a marchas forzadas para combatir la pandemia de Covid-19, buena parte del personal sanitario en México no ha recibido licencias de descanso para reponer fuerzas ni cuidar su salud física y emocional. Y así continúan.
Lo anterior es resultado, en buena medida, del reducido número de médicos y enfermeras en ese servicio, pero también del hábito laboral de no admitir el cansancio, así como de las condiciones de trabajo, como la contratación temporal y sin prestaciones. De esta forma, el agotamiento en este sector es soslayado en los reportes oficiales, aunque los relatos de muchos así lo evidencian.
Trabajadores sanitarios consultados por La Jornada y datos de las mayores instituciones de salud del país establecen que prácticamente ninguno de sus integrantes ha solicitado licencia laboral para atenuar el cansancio derivado de atender a pacientes Covid, o en definitiva no hay registros detallados al respecto.
La información “es igual a cero”
Al responder solicitudes de información de este diario, diversos organismos gubernamentales indicaron que desde el inicio de la pandemia por Covid-19 en México y hasta el primer trimestre de este año, ningún trabajador pidió o recibió permiso de incapacidad laboral por estrés, agotamiento emocional u otras causas relacionadas con su salud mental. Y en otros casos se argumentó la imposibilidad de revelar esos datos.
Los Servicios de Atención Psiquiátrica de la Secretaría de Salud, por ejemplo, puntualizaron que la información sobre el tema es “confidencial, pues incumbe únicamente al titular de los datos personales” en cuestión, y su difusión generaría un daño a los involucrados al hacerlos identificables.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) –que habilitó 290 de sus unidades médicas en todo el país y más de 16 mil camas para pacientes Covid—señaló que dentro de sus bases de datos “no se cuenta con el grado de detalle solicitado” sobre el personal que habría pedido licencias por agotamiento emocional.
En el caso del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) que dispuso de al menos 37 hospitales para enfrentar la pandemia, se respondió que “no cuenta con la información requerida”, por no tenerla desagregada por sexo, edad, cargo y lugar de residencia de los trabajadores.
Y el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), el cual contrató más de 10 mil trabajadores sanitarios en el marco de la pandemia, dijo que la respuesta a la solicitud de información es “igual a cero”, y la Secretaría de la Defensa Nacional –que dispuso de 98 instalaciones sanitarias contra el Covid— respondió que “no se localizó evidencia documental” sobre el tema.
Únicamente la Secretaría de Marina informó que en lo que va de la pandemia, cuatro de sus médicos recibieron licencias: dos mujeres y un hombre por “agotamiento emocional” y una mujer por “trastorno de ansiedad generalizada, por la pérdida de un familiar”.
“No merecemos estar tan estresados todo el tiempo”
Pero al ser consultadas por este diario, trabajadoras de diversas instituciones sanitarias señalaron que aunque exista la necesidad de pedir permisos para reponer fuerzas en la atención de los pacientes Covid, gran parte del personal recibe una respuesta negativa o simplemente no los solicita para no ser criticados o sufrir alguna represalia.
Una enfermera que trabaja en un hospital de la Secretaría de Salud –que solicitó guardar el anonimato—indicó en entrevista que, tras recibir la segunda dosis de la vacuna contra el Covid y haber presentado reacciones adversas, le autorizaron dos días de incapacidad, aunque algunas de sus colegas estimaron que en realidad los efectos secundarios eran muestra de cansancio crónico.
“Ya queremos que regresen las compañeras que están de licencia (por ser población vulnerable ante el virus), porque no hay personal y no están dando permisos. Lo único que te dicen es ‘no hay personal, no te podemos dar días’”, lamentó.
Esta misma falta de trabajadores suficientes, contó, hace que quienes sí están activos en el servicio tengan que cubrir una gran cantidad de labores. “Acabas una cosa y te integras a otra y a otra. Por el estrés, llega un momento en que sientes que te falta la respiración”.
La neumóloga Jennifer Escobar coincide en que la atención a pacientes Covid es una labor que agota física y emocionalmente al personal médico, entre otras cosas por estar entre 6 y 8 horas al día portando un equipo de protección personal que los acalora, pero que no pueden quitarse ni para tomar agua o ir al baño.
“Es prácticamente un sauna y uno ciertamente suda y se deshidrata. A eso súmale que tiene que lidiar con los sentimientos de cinco o 10 pacientes de terapia intensiva que se sienten abrumados. Todo eso afecta la siquis de médicos, enfermeras y personal de intendencia”.
Pese a ello, gran parte del personal sanitario no solicita licencias de descanso “por temor a que los vean mal. El médico tiene mayor flexibilidad y le pueden reducir horas y grupos de trabajo, pero las enfermeras están ahí constantemente, en su jornada completa. Ellas son el gran caballito de batalla y no se les ha dado el reconocimiento que merecen”.
En el país, lamenta la especialista, “hay una cultura de no quejarse. Es como un silencio que uno de pronto lo exterioriza con su compañero, pero no hay un apoyo real. Ya ha pasado un año de agotamiento acumulado y tenemos que aprender a vivir con esto y seguir adelante. La meditación y la yoga serían buenas opciones, porque no merecemos estar tan estresados todo el tiempo. Tenemos familias que no deberían pagar los platos rotos y eso nadie lo ve”.
Un trabajo que enferma
Pero la falta de una cultura laboral donde se le dé importancia al descanso no es la única razón por la cual muchos médicos de áreas Covid han trabajado sin parar. Una gran parte de ellos, al tener contratos temporales, simplemente no tienen la posibilidad de pedir una pausa.
“A lo largo de este año he tenido mis periodos vacacionales, y eso obviamente te ayuda, pero me preocupan los médicos y enfermeras del Insabi. No había personal suficiente (en mi hospital), porque muchos se fueron de licencia, y se contrató a gente que está súper contenta porque les pagan muy bien, pero viven en la zozobra de que los van a despedir y no han tenido vacaciones en todo el año”, explicó una neumóloga que prefirió reservar su identidad.
Al aguantar un periodo tan prolongado sin descanso, afirmó, “la gente del Insabi está cansadísima y harta, y el problema es que así están trabajando muchos hospitales. Se consuelan con la buena paga –en comparación a lo que están acostumbrados-- pero física y emocionalmente están agotados. La necesidad de su salario es lo que los hace estar en pie”.
Si bien el estrés y el cansancio son parte de la formación y la vida del personal sanitario desde su inicio profesional, la pandemia de Covid-19 ha exacerbado dicha situación hasta llevarla a un punto en el que los trabajadores de la salud pueden cometer más errores con sus pacientes o percibir su trabajo como una carga que los enferma, advirtieron expertos.
El doctor Benjamín Guerrero López, jefe del Departamento de Siquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló en entrevista que, aunque las cifras varían de acuerdo con cada estudio particular, se calcula que al menos el 50 por ciento de los médicos especialistas ya tienen problemas de desgaste ocupacional o burnout.
Dicha situación, que no es diferente entre quienes trabajan en el sector público o el privado, son resultado de las muchas horas de trabajo y preparación que requiere esta labor desde la universidad y que, sumado a otras condiciones de la vida, puede desembocar en problemas de ansiedad, depresión o abuso de alcohol y otras sustancias.
“El personal de salud vive deprimido, cansado y enojado, y la atención que brinda, la vive como algo extenuante. Un médico con desgaste definitivamente es más susceptible de cometer errores, pero debe completar el ingreso familiar con servicios altamente demandantes y poco gratificantes”, apuntó.
Una de las enseñanzas de la pandemia, de acuerdo con Guerrero, es que “el modelo con el que nos hemos venido formando, en el que el personal no se enferma y se debe mantener estoico todo el tiempo, ya quedó rebasado, porque también tiene miedo, se deprime y se desgasta, y eso le impide brindar una atención de calidad”.
Los seres humanos “no podemos trabajar al infinito ni afrontar todas las cargas que se nos vengan. Tenemos mecanismos para afrontar, pero después de cierto grado, la sobrecarga lleva a la enfermedad”, alertó.