Sao Paulo. El presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro encabezó ayer una manifestación de su núcleo más sólido en respuesta a su pérdida de popularidad y a las críticas por el manejo de la pandemia, que ya dejó más de 430 mil muertos en Brasil.
En la madrugada, llegaron a Brasilia cientos de camiones que transportaban a quienes atendieron al llamado de Bolsonaro. “Cristianos y ruralistas en apoyo al presidente Bolsonaro”, publicó en sus redes sociales la llamada Marcha de la Familia Cristiana por la Libertad, que promueve la movilización convocada en casi todas las capitales estatales del país.
Con más de 2 mil 87 muertos en las pasadas 24 horas, Brasil es el segundo país con mayor número de decesos por Covid-19 después de Estados Unidos. Además, enfrenta dificultades en la adquisición de las vacunas para inmunizar a su población, de 212 millones de personas.
Bolsonaro, quien minimizó la enfermedad llamándola “gripecita” y cuestionó la eficacia de las vacunas, ha visto su popularidad caer al mínimo histórico de 24 por ciento, según una encuesta publicada esta semana por el reconocido instituto Datafolha, la cual reveló también que 49 por ciento de los brasileños son favorables a un juicio político contra el mandatario, mientras 46 por ciento se oponen a la medida.
El sondeo, que coloca como favorito al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva para ganar las elecciones de 2022, fue divulgado al tiempo que una comisión del Senado investiga la caótica gestión de la pandemia. Bolsonaro, quien descalifica a los senadores, convocó a las manifestaciones para demostrar fuerza política.
El presidente sobrevoló en un helicóptero la manifestación y apareció a caballo para encontrarse con las decenas de miles de seguidores que se reunieron desde temprano en la Explanada de los Ministerios, centro del poder en Brasilia.
Agradeció a los ruralistas y a los camioneros, y atacó nuevamente a “algunos gobernadores y alcaldes” que restringieron la circulación para contener la pandemia.
En un breve discurso, el mandatario volvió a la carga contra el sistema electrónico de votación vigente en Brasil, al cual cuestiona sin presentar evidencias. Refiriéndose a Lula, afirmó que “si no tenemos voto (impreso) auditado, ese canalla, por fraude, gana las elecciones del año que viene”.
La defensa del voto impreso fue central también en la pequeña manifestación de Sao Paulo, en la que menos de 100 personas se agolparon en la avenida Paulista vestidos con los colores de la bandera brasileña, adoptada como símbolo por el líder ultraderechista.
En otras capitales nacionales, pequeñas movilizaciones respondieron al llamado del presidente.
Además de la defensa del voto impreso, los manifestantes se centraron en la defensa de una agenda religiosa y se pronunciaron contra el Supremo Tribunal Federal y el Congreso, instituciones que han servido de contrapeso ante la insistencia de Bolsonaro de cuestionar las medidas de cuarentena dictadas por gobernadores y alcaldes para frenar la propagación del coronavirus.