Debe quedar claro que las mujeres protagonizan una revolución en todos los campos, dice con firmeza Jessica Aguilar. Desde posiciones a veces marginales, ella ha pisado terrenos poco amables a su condición diversa, como mujer migrante, mexicana, lesbiana y pionera en las artes marciales mixtas. Nació en Poza Rica, Veracruz, pero desde los tres años vive en Estados Unidos, donde ha desarrollado una carrera en la creciente industria del combate en hexágonos y jaulas.
“Yo rompí barreras desde mi posición”, afirma Jessica de visita en la Ciudad de México; “fui la primera mexicana en la UFC y en los primeros lugares de las artes marciales mixtas, de las mejores libra por libra en el mundo, y asumo con orgullo mi identidad de lesbiana, todas son barreras que tuve que derribar”.
Mirar atrás la enorgullece, porque descubre a una mujer referencial que se ha forjado una voz y que ha sido escuchada gracias a su empeño. La visibilidad de las mujeres en su terreno hoy no genera ninguna suspicacia entre los aficionados.
“Hoy protagonizamos car-teleras”, explica; “en UFC hemos logrado atraer la admiración de los aficionados, gracias a la gran calidad de nuestros combates. Esto es algo que no sólo pasa en el deporte, sino cada vez más en todos los campos”.
Hace un par de años, Jessica terminó su contrato con UFC, la mayor empresa de este deporte. Regresó hace unos meses a pelear y se ha encontrado una nueva realidad con la pandemia. Ahora trabaja para XFC, empresa que busca crecer y entrar en Latinoamérica.