Hace una década escribimos sobre el recién inaugurado Museo del Objeto (Modo), que ocupa una preciosa casa estilo art nouveau de principios del siglo XX, situada en la calle Colima 145, colonia Roma.
El Modo se presenta como “el primer museo de México dedicado a coleccionar, conservar, exhibir y difundir diversas expresiones del diseño y de la comunicación.” La vasta colección tiene piezas que van desde 1810 hasta nuestros días. Además, presenta exposiciones temporales de temas relacionados con la finalidad del recinto y tiene una simpática tienda.
Ahora reabrieron con la exposición Centro Histórico, corazón de México. El curador, Aldo Sánchez, trabajó con Rodrigo Hidalgo, gran conocedor de la historia y la arquitectura del viejo centro y con Giacomo Castagnola y Erik López, museógrafos de la exposición.
Es tan vasta y rica la información sobre el lugar que tuvieron que realizar una difícil reflexión para decidir cómo mostrar su esencia. El enfoque adoptado fue que el Centro Histórico es “productor inagotable de imágenes”. Se muestran 500 objetos, 250 fotografías y obras de importantes archivos y coleccionistas. Asimismo, se hicieron tres compilaciones de videos que muestran más de 40 películas emblemáticas filmadas en la zona.
La muestra comienza con las diversas interpretaciones y reinterpretaciones del mito fundacional, representado de una manera muy original. Continúa con la huella que cada época dejó en sus edificios y fachadas, del barroco y el neoclásico al art déco o al Movimiento Moderno, y no es raro encontrar estilos muy diferentes que comparten la misma acera e incluso conviviendo en el mismo espacio.
El Centro ha sido, desde los tiempos prehispánicos hasta hoy, el corazón del comercio. Zona de intercambio mercantil, desde los tianguis que concentraban la vida social y económica del México antiguo hasta las tiendas departamentales modernas. Este es el tema de la tercera sala que también nos habla de la transformación de los viejos mercados virreinales que se convirtieron en el siglo XX en importantes proyectos de arquitectos como Félix Candela, Enrique del Moral o Pedro Ramírez Vázquez. No dejan fuera las tiendas y el comercio informal.
Las emblemáticas vecindades son otro tema. Su origen se puede trazar a finales del siglo XVIII, pero su asentamiento fue en el XIX por la necesidad capitalina de mano de obra que provenía del campo combinada con la política anticlerical de ese periodo, entre otras, las Leyes de Reforma que convirtieron conventos en viviendas.
Otro espacio nos lleva a la vieja ciudad como escenario del espectáculo desde el siglo XVI, en que se presentaban autos sacramentales en plazas públicas, interpretados en castellano, náhuatl y otras lenguas originarias, hasta los conciertos gratuitos en la plancha del Zócalo que se han celebrado a partir del año 2000.
Muestran el auge de los teatros en el siglo XIX, su transformación en el XX y las populares carpas en donde se iniciaron artistas como María Conesa, Lupe Rivas Cacho y Mario Moreno Cantinflas.
Los cabarets también tienen su lugar y por supuesto Bellas Artes, que desde su inauguración, en 1934, es el recinto que consagra o no a los artistas nacionales. Se recuerdan los cines, desde el primero, el silente Salón Rojo, a los enormes y lujosos con miles de espectadores: Roble, Alameda, Palacio Chino, Variedades y Real Cinema, entre otros.
El Zócalo, corazón del corazón, espacio de libertades y potestades, tiene su espacio especial que intenta sintetizar su profunda significación histórica. Desde que era la sede de México-Tenochtitlan tiene concentrados en un solo cuadro del ahora llamado Centro Histórico al poder político, eclesiástico y económico.
Ha sido escenario de enfrentamientos militares, intervenciones extranjeras, acontecimientos históricos, culturales y políticos; sitio primordial de manifestaciones de protesta y de júbilo.
Finaliza la exposición con el icónico Garibaldi, adonde iban los mariachis que “de veras sonaban bien”. Aquí tocaron los mejores cuando eran desconocidos, pero también cuando encontraron la fama.
Al salir caminamos hasta el 183 de Colima, al restaurante Sesame, que ofrece cocina callejera asiática sabrosísima. Son maestros en el pulpo y los tacos de lechuga, los dumplings y el curry son de primera.