Los castigos físicos humillan a los niños, pero siguen siendo una costumbre muy arraigada en México. Usados con el pretexto de “educar y poner límites” a los menores, a través de dicha práctica se naturaliza la violencia y se pueden generar daños físicos y sicológicos a los pequeños, advirtió la organización civil Save The Children México.
En entrevista con motivo del Día Internacional de las Familias –que se conmemora este 15 de mayo–, Sandy Poiré, directora de calidad y asuntos internacionales del colectivo especializado en infancia, señaló que es necesario un cambio cultural en el país para erradicar la violencia como método educativo, e impulsar la “crianza con ternura”.
Golpear a niños y adolescentes “es un fenómeno muy generalizado y ahora con la pandemia se ha recrudecido muchísimo la violencia. Hay niños que viven situaciones muy fuertes de maltrato” en sus hogares, lamentó la especialista.
De acuerdo con cifras oficiales recopiladas por Save The Children México, en 2020 más de 11 mil menores ingresaron a hospitales debido a lesiones, en su mayoría provocadas por familiares en sus casas. Asimismo, el año pasado se documentó el asesinato de mil 900 menores de edad.
“Hemos normalizado la violencia hasta un punto en el que se ha conformado como un mecanismo para manejar nuestra ansiedad y estrés. En la pandemia, todos estamos sujetos a un montón de presiones por el encierro, por el empleo, por pérdidas y duelos, y eso exacerba nuestra propensión a la violencia.”
Poiré señaló que aunque en diciembre de 2020 se reformó la Ley General de Niños, Niñas y Adolescentes para incluir la prohibición de los castigos físicos y humillantes, esta práctica se sigue dando, además de que no ha concluido el proceso de armonización en los códigos locales de todos los estados.
“No es una transición fácil. Es un avance que está planteado en la ley, pero hace falta trabajo de cambio de conciencia para que no sea una reacción el dar una nalgada o aventar una chancla, y que podamos reaccionar de manera respetuosa y adecuada. No se trata de dejar a los niños y niñas hacer lo que les dé la gana y que no haya límites, sino de tener formas más respetuosas, cariñosas y hasta compasivas de poner límites”, recalcó.