Dentro del canon Byrneano Diarios de bicicleta (Sexto Piso, 2011) y Arboretum (Sexto Piso, 2020) son ejemplares que han eludido, en gran medida, el tema de la música. El nuevo libro, que se publicó a finales del año pasado, se centra en una serie de diagramas que el artista multidisciplinar ha dibujado a lo largo de años y constituyen un nutrido cuerpo de trabajo que ha sido parte integral de su práctica artística.
En su peculiaridad, Byrne presenta un viaje visual que avanza por medio de una serie de apuntes o bocetos (muchos con forma de árbol) en los cuales el músico busca explicar para sí mismo las relaciones que pueden existir entre distintos conceptos. Arboretum es un libro dispuesto de tres secciones: un prólogo a manera de introducción, la colección de diagramas y un desplegable. Este último de más de un metro de longitud, con anotaciones complementarias en las que la música del futuro, la religión, la alimentación, la historia, los indicadores económicos, la gestión del tiempo o el amor, se van estableciendo con una serie de clasificaciones y asociaciones donde aparentemente no había conexión alguna.
Byrne no es un hombre que se queda quieto. Resultaría inútil catalogarlo en el mismo fichero que a otros músicos. Ha trabajado a favor de la difusión de la música tradicional, formó parte de una de las agrupaciones más representativas del new wave y el post punk de Estados Unidos, construyó una carrera exitosa como solista apostando por la experimentación y colaboración con artistas tan diversos como: Brian Eno, Celia Cruz, Fat Boy Slim, Arcade Fire, entre otros.
Tampoco oculta su emoción por cualquier manifestación de arte contemporáneo, ha convertido edificios en instrumentos musicales gigantes y durante estos pasados meses se ha dedicado a crear pequeñas piezas que representan cómo nos hemos sentido durante el confinamiento; además de incluir temas como la política, la economía o la sociedad. Por tanto, diremos que se trata de un artista multidisciplinario.
Parece disfrutar al máximo de su faceta como artista conceptual. Sus años en la Escuela de Diseño de Rhode Island le ayudaron a descubrir que los diagramas son un medio excelente para expresar y articular reflexiones, sentimientos e ideas, muchos de los cuales fueron dibujados en cuadernos por años hasta que “el impulso se agotó”.
En Arboretum el lector encontrará palabras encerradas en cajitas de algún tipo y las relaciones entre ellas, indicadas por una línea que las enlaza sin más intención que ofrecernos un momento con nosotros mismos. El poder de los diagramas sugiere un paréntesis en nuestros pensamientos y somos los espectadores-lectores los que terminamos la obra al pensar sobre las asociaciones de Byrne. Al ser construidos con lenguaje accesible –aun siendo arte conceptual– y sin exigir conocimientos sobre historia del arte, estética o alguna sensibilidad especial, confieren cierta democratización en la obra del músico estadunidense.
Composición austera parte de su filosofía
Fascinado por la poca acumulación de objetos innecesarios, Byrne se declara en contra de un mundo demasiado estimulante y agitado por lo que apuesta por el uso de elementos básicos y mínimos para componer sus diagramas; es así como Arboretum rompe esquemas, plantea elementos de innovación impactantes y, por si fuera poco, resulta una lectura atractiva visualmente y agradable. Además es, en muchos sentidos, reconfortante por mostrar páginas libres de desorden, sin estrés y completamente serenas.
Merece la pena notar que la editorial trató de mantener la experiencia estética que trasmite el libro de artista, creada en gran medida por la disposición de sus contenidos, por su materialidad y por sus cubiertas. Así, Arboretum pasa de ser un continente de informaciones, diagramas y dibujos para convertirse en toda una experiencia de proyecto artístico contemporáneo donde se conjugan inteligentemente sensaciones táctiles, secuencia-narratividad y una utilización peculiar del empleo de recursos visuales para estimular especialmente el sentido de la vista.
Un viaje fantástico sin efectos especiales malos
Es verdad que las ideas de Byrne reunidas en un libro producen la sensación de navegar por las vías neuronales de una especie de enorme mente global. Es realmente una excursión por el interior de la sique individual de este artista multifacético, viaje fantástico sin efectos especiales malos que permite percibir el cerebro –feliz, cruel, falso, generoso, oscuro, talentoso– en funcionamiento y en juego.
Los diagramas de Byrne producen la sensación de ser historias y anécdotas nacidas para ser contadas, pero apenas abreviadas en formato de mapas conceptuales; esto contrasta con la manera en que uno puede paladear en sus libros el estilo de su escritura y la singularidad de sus reflexiones plasmadas. Por ejemplo, en Cómo funciona la música (Sexto Piso, 2014) o Diarios de bicicleta. También es verdad que estamos ante una joya editorial que permite apreciar al artista experimentador altamente reflexivo; pero Arboretum nos permite, además, adentrarnos en el pensamiento detrás de los experimentos convirtiéndose en una celebración inspiradora en forma de palabras y arte sobre las conexiones entre todos nosotros y un espectáculo que se puede sostener en las manos.