Santiago. Los ciudadanos de Chile protagonizarán los días 16 y 17 una inédita doble jornada electoral, en la cual se elegirán delegados constitucionales y gobernadores regionales, así como alcaldes y concejales municipales.
El pulso debería haber acontecido en octubre de 2020 y en abril reciente, pero fue postergado a causa de la peste del Covid-19, cuya segunda ola apenas comienza a ceder, con medio país aún en cuarentena y los hospitales con 72 por ciento de sus camas críticas ocupadas por pacientes con la enfermedad. Además, se llevará a cabo bajo estado de excepción constitucional y toque de queda que el presidente Sebastián Piñera aplica desde marzo de 2020, pretextando el control de la pandemia, y que opera como una suerte de control social con los militares portando fusiles en las calles y la policía reprimiendo sin asco todo atisbo de protesta.
Podrán votar de manera voluntaria 14 millones 900 mil personas (49 por ciento varones, 51 por ciento mujeres); de las cuales un millón 232 mil son indígenas (47 por ciento hombres y 53 por ciento mujeres); y 349 mil extranjeros residentes. Están en juego 155 cupos para delegados constitucionales (contienden mil 374 candidatos); 16 gubernaturas (79 candidatos); 345 alcaldías y 2 mil 240 concejales. Una gran incógnita es la participación que convocará, pues la abstención es usualmente alta en Chile, en torno a 50 por ciento.
Además de la doble jornada –decidida para evitar aglomeraciones y así la propagación del virus–, la elección de constituyentes tiene varias particularidades: 1) es el único resultado tangible –no menor– del alzamiento social del 19 de octubre de 2019, forzando a la despreciada clase política (tiene 2 puntos de aprobación) a abrir un hasta entonces imposible camino a una nueva Carta Magna; 2) por primera vez en 203 años de vida independiente, todas y todos los ciudadanos elegirán quiénes redactarán el texto; 3) será escrita paritariamente, o sea, está garantizada la participación equivalente de mujeres y hombres; 4) estarán representados 10 pueblos indígenas originarios (atacameño, aimara, colla, chango, diaguita, kawashkar, mapuche, quechua, rapa nui y yagán), anteriores al estado/nación chilena, que elegirán a 17 constituyentes; 5) transcurrido el plazo máximo de 12 meses para redactarla, habrá un plebiscito de salida, de participación obligatoria, que la ratificará o no.
Lejos, por mucho, la de convencionales constituyentes es la elección que más atractivo, curiosidad e importancia convoca: redactar una Constitución y derogar la hiperblindada que dejó la dictadura de Pinochet y sus cómplices pasivos para consagrar el neoliberalismo de los chicago boys, fue aprobado por 80 por ciento de los electores del plebiscito de octubre de 2020.
Desmantelar 40 años de régimen mercantilista
Pero no será fácil desmantelar el régimen mercantilista que domina sin contrapeso la vida de los chilenos desde hace 40 años, lucrando con derechos básicos como salud, educación y vivienda, porque el articulado constitucional deberá aprobarse por al menos dos tercios de los asambleístas. La derecha pinochetista, que compite unida junto con otra más pragmática, se ha hecho fuerte en la idea de bloquear los cambios obteniendo al menos un tercio de los convencionales, para lo cual sus candidatos contaron con el financiamiento millonario de sus campañas por el empresariado retrógrado.
Por contraparte, la centroizquierda y las candidaturas independientes que surgieron por miles (suman 90 por ciento del total de nombres en disputa), van atomizadas en 79 listas, lo cual disminuye sus oportunidades dada la dispersión de fuerzas que ello implica. Existe el riesgo de una sobrerrepresentación del conservadurismo, que con 30 por ciento de los votos obtenga hasta 40 por ciento de los cupos.
Pero nada está escrito aún y puede haber más de una sorpresa, como en octubre, cuando en los distritos electorales populares y con alto abstencionismo, cientos de miles de jóvenes votaron por primera vez por una nueva Constitución y la participación de electores entre 18 y 30 años de edad pasó de 35 a 55 por ciento.
Los otros comicios, particularmente los de gobernadores y alcaldes, van a ser una prueba de cómo el desastre de desconexión, personalismo y especulación que ha sido la presidencia de Piñera, con 9 puntos de aprobación, castiga electoralmente a la derecha. Y un adelanto de cómo se aprestan las presidenciales de noviembre próximo.