Nueva York. En la peculiar coreografía política de Estados Unidos en torno a Israel, los líderes de la cúpula política defienden lo que llaman “el derecho de defensa” de Israel frente a los palestinos y expresan sus deseos de que ambas partes reduzcan el nivel de “violencia” mientras pretenden, con la ayuda de varios de los principales medios, que es un conflicto simétrico entre dos antagonistas y todos buscan evitar el tema de que Washington está financiando –con 3.8 mil millones de dólares anuales en asistencia militar a Israel– la agresión bélica de su aliado en Medio Oriente.
Por ahora el mandatario Joe Biden y la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en armonía con sus contrincantes republicanos, expresan la misma línea oficial de “promover la paz”, pero ante y primero que todo, Israel “tiene el derecho a defenderse”.
Noam Chomsky señaló que hay poco nuevo en la crisis actual, ya que la tendencia dominante del movimiento sionista sigue con su objetivo “de deshacer al país de palestinos y sustituirlos con colonos judíos caracterizados como ‘los dueños legítimos de la tierra’ que retornan a su casa después de milenios de exilio”. Por lo tanto, indicó en una entrevista con Truthout, “cuando es posible, el gobierno israelí – y de hecho todo el movimiento sionista– adopta estrategias de terror y expulsión”.
A la vez, recordó que desde hace décadas “un Estado israelí militarizado funciona como una base sólida para el poder estadunidense en la región”. Por lo tanto, “Israel ha promovido las políticas que persisten hasta hoy día, siempre con un apoyo masivo de Estados Unidos”.
Chomsky señaló que el objetivo inmediato del gobierno israelí es ampliar su territorio ocupando pueblos árabes con proyectos que sobrepasan poblaciones palestinas “separados de sus tierras y olivos por una fuerza militar hostil, sujetos a ataques constantes por pandillas judías protegidas por el ejército”.
Explica que Donald Trump fue más allá que sus antecesores en dar luz verde a los crímenes de Israel, formalizando acuerdos antes tácitos entre Israel y varias dictaduras árabes, parte de una visión geoestratégica de “construir una alianza reaccionaria de estados brutales y represivos, manejada desde Washington, incluyendo al Brasil de Bolsonaro, la India de Modi, la Hungría de Orban” y Egipto, Marruecos y Bahrein en Medio Oriente.
“Hasta ahora, Biden ha adoptado estos programas… el edificio de Trump-Kushner permanece intacto”, señala. Sin embargo, esto puede cambiar ahora al empezar a cuestionarse el uso de la asistencia militar de Washington a Israel, abriendo la posibilidad de un giro, ya que “aun una amenaza a ese flujo enorme de asistencia podría tener un impacto dramático” sobre la relación y la política bilateral.
El senador Bernie Sanders, junto con otros políticos progresistas, condenaron la agresión israelí y el apoyo estadunidense implícito. “El papel de Estados Unidos debería de ser el de juntar a los pueblos de la región, no simplemente apoyar a un gobierno israelí derechista”, comentó Sanders ayer. Un día antes, tuiteó que “niños israelíes no deberían tener que pasar la noche asustados en refugios antiaéreos… Niños palestinos no deberían tener que crecer bajo una violencia constante y la opresión de la ocupación… Estados Unidos debe llamar por un cese al fuego inmediato y el fin a las actividades provocadoras e ilegales de los colonizadores”.
La diputada Betty McCollum ha impulsado un proyecto de ley para condicionar la asistencia estadunidense prohibiendo su uso contra niños palestinos, la destrucción de propiedades palestinas e intentos de anexar más territorio palestino. La iniciativa cuenta con el apoyo de un grupo de legisladores progresistas, junto con organizaciones de derechos humanos, así como agrupaciones árabe-estadunidenses y judías, y aunque nadie pronostica que prosperará, algunos señalan que demuestra el surgimiento de un debate mucho más amplio que antes sobre la relación con Israel, algo que figuras como Sanders han ayudado a generar.
Por otro lado, investigaciones recientes de la organización israelí de derechos humanos B’Tselem y otra de Human Rights Watch (https://www.hrw.org/report/2021/04/27/threshold-crossed/israeli-authorities-and-crimes-apartheid-and-persecution#) han concluido que las prácticas y políticas de Israel sobre el pueblo palestino cumplen con la definición de apartheid, y que eso es un crimen de lesa humanidad, algo que está impactando el debate sobre la relación de Estados Unidos con Israel.
Mientras tanto, ayer por tercera vez esta semana, Estados Unidos obstaculizó que el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas emitiera una declaración sobre el conflicto. El secretario de Estado, Antony Blinken, ha llamado a una “desescalada” de las “tensiones”, y su aparato diplomático ha tenido múltiples contactos con Israel en los últimos días. Aseguró que su país está “abierto y apoya una discusión en Naciones Unidas”, en los próximos días.
El experto veterano en derecho internacional Richard Falk criticó los intentos de otorgar “responsabilidad simétrica” a Israel y los palestinos por políticos y medios como una grave distorsión al comentar que “siempre es engañoso tratar al opresor y al oprimido como iguales”.