Desde su fundación, en el sexenio cardenista, Petróleos Mexicanos ha sido uno de los pilares económicos de México que a lo largo de los años ha aportado billones de pesos para impulsar el desarrollo nacional, con todo y la rapacidad de los prianistas dedicados a exprimir y borrar del mapa a la ahora empresa productiva del Estado. Como diría el clásico: la doblaron, pero no alcanzaron a reventarla, aunque poco les faltó.
En la mañanera del miércoles, el director general de Pemex, Octavio Romero, presentó una suerte de balance sobre la situación financiera y productiva de la ex paraestatal, pero incluyó algunos “pasajes” –por llamarle así– de las corruptelas en administraciones pasadas, de negocios privados a costillas de la empresa del Estado y, por lo mismo, de las arcas nacionales.
El reporte de Romero aludió a una serie de contratos leoninos firmados por los gobiernos de Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Preña Nieto a favor de empresas particulares, que –botones de muestra– detallan el tamaño del saqueo en esas administraciones (que no fueron las únicas).
El director de Pemex recordó que en el gobierno de el Borolas se firmó un contrato –totalmente lesivo para el interés nacional– con el consorcio Braskem-Idesa, filial de Odebrecht, para el suministro de gas etano, que obligaba a la ex paraestatal a entregar 66 mil barriles diarios de ese hidrocarburo a un precio 30 por ciento inferior al de referencia, amén de que incluía “penalizaciones” de 200 por ciento en caso de incumplimiento.
También recordó la compraventa de dos plantas de fertilizantes (en el sexenio de Peña Nieto) que Pemex adquirió a sobreprecio por fierros viejos. Agronitrogenados en 2014 (la de Alonso Ancira, por 475 millones de dólares) y Grupo Fertinal en 2016 (Fabio Covarrubias y Ricardo Salinas Pliego, por 635 millones). Con este sucio negocio, los empresarios se embolsaron 410 millones de dólares (el sobreprecio por las plantas). Algo más: el director de Pemex recordó que, gracias a la “reforma” energética de Peña Nieto, se entregaron “107 bloques a privados para producir aceite. Se habló de que íbamos a llegar en estos años a 3 millones de barriles de producción. Ellos comenzaron con una producción de mil 500 barriles diarios. ¿Cómo le hicieron para producir mil 500 barriles diarios? Pues no lo hicieron, porque estos los generaba Pemex; se les entregaron campos con producción de la petrolera del gobierno”.
El caso del gas es igual: “comenzó con la reforma energética, con los privados, recibieron una producción que ya tenía la empresa del Estado del orden de 75 millones de pies cúbicos. A lo largo del año, no sólo no han crecido, sino que hoy producen 63 millones; ha habido un decremento. Y en el gobierno actual estamos generando 415 millones de pies cúbicos a la vuelta de dos años”.
No podía faltar el jugoso negocio (para ellos, desde luego) que comenzó con Felipe Calderón- Juan Camilo Mouriño-Juan José Suárez Coppel y continuó con Enrique Peña Nieto-Emilio Lozoya: el “rescate” de los astilleros españoles (gallegos para ser preciso) Hijos de J. Barreras.
Romero lo detalló: “se tomó la decisión de que Petróleos Mexicanos invirtiera en ese astillero, compró 51 por ciento de las acciones para echarlo a andar y, como no era suficiente, Pemex le encargó la construcción de un barco muy grande, un flotel para más de 600 personas, y les dio trabajo. Esto permitió que los astilleros de Vigo agarraran vida y empezaran a trabajar. A la vuelta del tiempo, Pemex nunca recibió un solo centavo y estos señores que administraban los astilleros de Vigo, porque a pesar de que Pemex tenía la mayoría de las acciones, se les cedió a ellos la administración, emproblemaron la empresa y prácticamente la quebraron; pretendían pagarnos las acciones que habíamos comprado nosotros en un dólar”. Y sólo son muestras de cómo hundieron a Pemex.
Por cierto, de este tipo de atracos, que fueron muchísimos, los jueces defensores de las “sanas prácticas”, etcétera, etcétera (que hoy trabajan a destajo para proteger los intereses privados y “congelar” leyes que favorecen a la nación) no dijeron ni objetaron absolutamente nada.
Las rebanadas del pastel
Grotesco, como siempre, lo que Diego Fernández de Cevallos puede hacer es presentarse en el Fray Bernardino para que lo atiendan de inmediato, le den una cómoda suite y le regalen una bonita camisa de mangas muy largas.