A 46 años de la desaparición física del dictador Francisco Franco, a casi los mismos años del retorno de democracia, pero con la pesada carga de una monarquía que el “Grande por la gracia de Dios” dejó como herencia, en España aumenta el peso de la extrema derecha. Y lo hace a través del partido Vox.
Por él votaron en las elecciones legislativas de hace dos años más de 3.6 millones de españoles. Con sus 52 representantes en el Congreso es la tercera fuerza política, y con ella espera dejar sin efecto las leyes “liberticidas y anticonstitucionales” aprobadas en las anteriores legislaturas.
También tiene representantes en las instancias legislativas de algunas comunidades, como Madrid, Andalucía y Cataluña. En la primera, será factor clave para que gobierne sin problemas el Partido Popular, PP, que recién ganó ampliamente las elecciones, pese al desprestigio en que ha caído por los actos de corrupción en que lo sumieron los presidentes José María Aznar y Mariano Rajoy.
A Vox lo fundó un antiguo integrante del PP: Santiago Abascal. Allí sirvió durante dos décadas en diversos cargos. Al quedarse sin trabajo en esa agrupación derechista, decidió fundar una propia a finales de 2013, con muy clara ideología: machista, xenofóbica, homofóbica, autoritaria. Nacionalista en extremo: España como una sola e indivisible unidad política, que no admite movimientos independistas, como el de Cataluña.
No deben extrañar entonces las declaraciones de quienes dirigen Vox. Nadan a contracorriente de lo que sucede en el mundo. Enemigos de los que llegan a España y a Europa huyendo de la pobreza y la violencia, pues pueden traer pandemias. Abominan la homosexualidad, vicio que se puede curar con terapias. También de los movimientos feministas, pues quienes los dirigen son “feas como las hermanastras de la Cenicienta”. ¿La forma más segura de tener sexo?: la prostitución. Luchan por prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo y la eutanasia, pues “sólo Dios, que da la vida, puede quitarla”. No tuvieron empacho en pedir el Nobel de la Paz para “el patriota Donald Trump” aun después de que instigó el asalto al Capitolio estadunidense en enero pasado.
Se creyó que la extrema derecha había muerto con el dictador, pero Vox honra su legado, en el que la cultura es una rémora. Ha radicalizado el discurso conservador del Partido Popular, en el que militó Abascal. En España, Vox empolla el huevo de la serpiente.