Miami. Ambos son músicos exitosos y nacieron en Cuba, pero uno se fue de la isla a finales de los años 80 para perfeccionarse profesionalmente y no ha regresado. El otro, en cambio, reside con su familia en La Habana y no piensa mudarse a otro país.
La vida y carrera del violinista Ilmar y del pianista Aldo López Gavilán era casi un secreto conocido sólo por sus allegados y algunos expertos en el mundo de la música. Separados durante décadas por la distancia física y los vaivenes de la situación política entre Estados Unidos y Cuba, soñaban con grabar algún día juntos un disco y hacer una gira de conciertos.
El sueño se hizo realidad a través del documental Los hermanos (The Brothers), que después de haber pasado por varios festivales internacionales se estrena este viernes en salas de cine reales y virtuales de Miami, Nueva York, Los Ángeles, San Francisco y Washington, entre otras ciudades.
“La música no se deja meter en ninguna caja geográfica o circunstancia”, aseguró Ilmar en una entrevista reciente por Zoom con The Associated Press. “Es una criatura mágica, no se deja atrapar”.
Sin profundizar en el tema político, el documental muestra cómo esas restricciones afectaron a la familia de los hermanos, manteniéndolos separados y alejados de sus sueños musicales conjuntos durante años.
A lo largo de poco más de 80 minutos, el filme expone los contrastes de la vida de Ilmar y Aldo, tanto en la cotidianidad de La Habana y Nueva York, como en sus carreras artísticas. Pero más allá de las diferencias, muestra que cada uno logra superarse como músico.
Los directores estadunidenses Ken Schneider y Marcia Jarmel quieren enviar este mensaje: la capacidad de la música de superar obstáculos y conectar a la gente.
Las posibilidades de cruzar la frontera
“Es una película sobre la música, y la familia, y las posibilidades que existen cuando se cruzan las fronteras, cuando la gente puede colaborar”, señaló Jarmel. Aclaró que no es un documental político.
Es más bien una mirada de lo que pasa en los países a través de los ojos de la música y las relaciones familiares, precisó.
Nacidos en el seno de una familia de músicos, los hermanos se separan cuando el mayor, Ilmar, siguió los consejos de una maestra y, a los 14 años, viajó con su madre a la entonces Unión Soviética (actual Rusia) para perfeccionarse como músico y cursar allí la secundaria.
En La Habana quedaron Aldo, de 8 años, y su padre, que los extrañaron a más no poder. Un año después regresó la madre.
Hasta entonces Ilmar y Aldo eran muy cercanos, pero nunca habían tenido la oportunidad de tocar juntos.
Intercalando imágenes de la modernidad neoyorquina con edificios antiguos de Cuba, fotografías y relatos de ambos con recuentos de amigos y miembros de su familia, el documental sigue sus vidas de manera paralela hasta que se rencuentran en La Habana. A partir de ese momento, se ven numerosas veces, trabajan juntos y dan conciertos.
Ilmar continuó sus estudios en España una vez que terminó en Rusia, antes de establecerse en Estados Unidos.
Aldo estudió cuatro años en Londres, pero luego volvió a Cuba, donde encontró sus afectos familiares y a su novia de toda la vida, con la que se casó. En el documental cuenta que nunca pensó en irse a vivir a otro país, y que ha podido desarrollarse al máximo de las posibilidades que la isla le ha ofrecido.
Ilmar ha tocado el violín junto a artistas como Chick Corea, Itzhak Perlman y Gary Burton. Aldo, en tanto, ha colaborado con el maestro Claudio Abbado y los directores de orquesta Michael Butterman y Josep Caballé-Domenech, entre otros.
La película llevó 18 meses de filmación que incluyeron varios viajes a Cuba, donde los directores contrataron a un equipo totalmente local de camarógrafos, productores y asistentes. En 2020 formó parte de la oferta del Festival del Nuevo Cine de La Habana.
Grabaron el álbum Gavilan Brothers (Hermanos Gavilán), en el que forman un dueto de música clásica y jazz, en un estudio independiente en Nueva York en 2019, mientras filmaban el documental.