Atotonilco El Grande, Hgo. La presa Los Ángeles, ubicada en los límites del municipio de Atotonilco El Grande con Huasca de Ocampo, está a punto de quedar totalmente seca; de las poco más de mil hectáreas con las que contaba ya sólo queda un charco de agua verde de casi una hectárea y media, rodeado de una duna de arena agrietada que poco a poco absorbe el poco líquido que queda.
Una vecina indicó que desde hace cinco años lugareños han reportado a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) de la paulatina desecación de las instalaciones, “pero los ingenieros que trabajan allí no hicieron nada”. Por lo pronto, Los Ángeles es uno de los ocho embalses secos en Hidalgo –entidad que cuenta con un total de 37 presas— “por la falta de lluvia”, de acuerdo con la Conagua.
“No hay paso”, reza un letrero colocado al lado del camino que antes conducía a las orillas del embalse, donde en la actualidad hay un poco de pasto y otras hierbas que sirven de alimento a caballos, vacas y borregos de las rancherías de los alrededores.
En un recorrido, la corresponsalía de La Jornada en Hidalgo constató que gran parte del vaso de la presa que aparece en mapas electrónicos geolocalizadores ya no existe. Prevalece una poza de agua verde imposible de alcanzar, pues la rodea lodo similar a la arcilla, agrietado y húmedo, que se hunde bajo los pies de caminantes.
El agua que no se evapora por el extenuante calor en el lugar es absorbida por las grietas del suelo. Montones de basura y llantas arrojadas al agua que la presa contenía favorecen la proliferación de moscas y otros insectos.
Francisco Morales, abogado especialista en medio ambiente e ingeniero agrónomo, consideró que las grietas en lo que fue el fondo de Los Ángeles se debieron a la desecación que “va teniendo el terreno de forma paulatina, y que se erosiona. Técnicamente se dice que se intemperiza por la acción del viento y el sol, fundamentalmente; aunque también se exhibe una salinización del agua con lo cual se agota la biota (conjunto de la fauna y la flora) acuática”.
Morales aseguró que el embalse se vació a consecuencia “del cambio climático y por la deforestación, factores que generan un proceso natural de evaporación y falta de suministro hídrico. Al no haber árboles se elimina el intercambio con la atmósfera, no se genera vapor y por lo tanto no hay precipitación pluvial”.
Según el especialista, “por la importancia que representan los árboles en la generación de agua, todas las dependencias del gobierno federal y estatal deberían promover campañas para reforestar bosques y sembrar árboles, tanto en zonas urbanas como rurales”.
Agregó que la sobreexplotación de la presa para uso agrícola contribuyó a la desaparición de su contenido.
Vecinos de Atotonilco El Grande recordaron que hasta hace muy pocos años, Los Ángeles surtía de agua a un sistema de riego agrícola, que en lo que va de 2021 no ha aportado líquido a más de 400 agricultores, quienes no podrán realizar sus siembras si la región no recibe precipitaciones pluviales.
El dique fue construido entre 1957 y 1960, por gestión de José Ángeles Soberanes, presidente municipal de Atotonilco El Grande por dos periodos, el primero durante unos meses de 1943 y en el segundo de 1949 a 1951. Contaba con mil 100 hectáreas, en las que se criaron peces y que almacenaron agua de riego para campesinos a lo largo de 50 años.
Pobladores de la demarcación evocaron que el vaso recibía habitualmente aves migratorias, y en él se producía sobre todo tilapia para autoconsumo y venta, actividad hoy imposible.
Afirmaron que en las temporadas de lluvia, temían que la presa se desbordara e inundara las viviendas edificadas donde estaba la orilla en la década de 1990, sitio en el cual al momento crecen pasto y arbustos.